Premio al esperpento
En la comedia Tropic thunder, sobre unos actores de Hollywood que se ven metidos en una guerra de verdad creyendo que participan en una contienda ficticia para la gran pantalla, uno de los personajes le pega la bronca a Ben Stiller porque se quedó sin Oscar en un largometraje en el que interpretaba a alguien con serios problemas mentales por no haberse puesto en modo full retard (retrasado total). El chiste, evidentemente, obedecía a esa regla no escrita del cine norteamericano según la cual, para llevarte un premio de la academia o, por lo menos, aspirar a él con ciertas garantías, tienes que someter a tu cuerpo y a tu mente a una terapia de choque no muy sutil que convenza a los votantes de que te lo has currado a fondo.
Así triunfó Dustin Hoffman con Rain man, sin ir más lejos, en la que interpretaba al hermano tontito de Tom Cruise. O Tom Hanks con Forrest Gump, donde demostró nuevamente que las puertas de Hollywood están abiertas de par en par para los simplones de buen corazón. En el apartado exclusivamente físico, cabe citar Toro salvaje, en la que Robert de Niro se puso hecho un verraco por exigencias del guion, o Monster, en la que la bellísima Charlize Theron aparecía hecha un esperpento feísimo, fofo y obeso (De Niro era el boxeador Jake LaMotta y Theron, la asesina en serie Aileen Wuornos). Por seguir con la teoría del personaje de Tropic thunder, todos los comediantes recién citados se pusieron en modo full retard y se salieron con la suya.
La interpretación de la habitualmente solvente Jessica Chastain en Los ojos de Tammy Faye va en la línea de las de Robert de Niro y Charlize Theron, con la diferencia de que Toro salvaje era una obra maestra y Monster una película muy digna, mientras que Los ojos de Tammy Faye es un pestiño tirando a aburrido sobre un predicador chungo y su parienta que apenas daba para una peliculita de esas que van directas a los videoclubs (si es que queda alguno mientras escribo estas líneas).
Es una manía muy típica de los americanos creer que lo que a ellos les interesa ha de interesar a la fuerza a todo el mundo. Ya sabemos que los evangelistas sacacuartos son una especialidad estadounidense, pero ya tuvimos bastante con El fuego y la palabra, en la que Burt Lancaster interpretaba al timador místico Elmer Gantry, así que la historia de Jim Bakker (al que intenta dar algo parecido a la vida ese actor terrible que es Andrew Garfield) y su Tammy Faye nos la podríamos haber ahorrado. Eso sí, el sistema full retard le ha conseguido un Oscar a su protagonista, la señora Chastain, cuya interpretación resulta irritante tanto en la forma (esa vocecita, esas gracietas) como en el fondo (voy a dar asco y me premiarán con un pedazo de Oscar).
Puede que el personaje original se pareciera mucho a la versión que ofrece Chastain, pero eso no quita para que su peripecia vital nos la traiga al pairo. A medio camino entre De Niro y Theron, Chastain nos permite asistir a la mutación de una buena chica de provincias en una cacatúa delirante y horrenda que acaba pareciendo una versión femenina del inolvidable Liberace. Es evidente que se está trabajando a fondo el premio de la academia de Hollywood. Y la academia, a la que le encantan estas cosas, pica y le concede el premio gordo: el modo full retard ha vuelto a funcionar.