Pere Aragonès
Los datos epidemiológicos actuales no aguantan prolongar en el tiempo el confinamiento comarcal que impera desde hace 11 semanas (con el parón de las vacaciones de Semana Santa) en Cataluña. Está bien que se relajen las medidas, pero la Generalitat ha patinado por enésima vez en la fórmula elegida para comunicarlas.
Persiste la filtración de decisiones parciales y se ha enredado con el fallido proyecto de las veguerías, que ahora algunos independentistas quieren recuperar para organizar la crisis sanitaria en el territorio. Por no hablar de sectores como la hostelería y la restauración, que no saben aún cómo podrán operar a partir del próximo lunes. La incertidumbre no es buena compañera de viaje y el Govern en funciones no debería insistir en ello.