La problemática de los temporeros ha vuelto a estallarle al Govern. Cuando todavía quedan dos meses para que arranque la campaña de la fruta en Lleida, decenas de personas que vienen a trabajar en los campos duermen al raso en la capital del Segrià.
Pese a las advertencias de los agentes sociales, la consejera de Agricultura ni está ni se la espera. Teresa Jordà debería tomar cartas en el asunto para frenar el efecto llamada promovido por las patronales y fiscalizar el cumplimiento de la normativa laboral --que obliga al empresario a ofrecer alojamiento a las cuadrillas--. De lo contrario, la inacción de la consellera amenaza con replicar la crisis social y sanitaria vivida el año pasado en Lleida. Aún más cuando se está inmerso en el segundo año de pandemia.