El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sabe que en los próximos años la situación del tejido económico será muy delicada, y que una política impositiva contraria a los intereses empresariales puede ser contraproducente para toda la sociedad española.
Su decisión, a través del Ministerio de Hacienda, de retocar los grandes impuestos, como Sociedades, o buscar una armonización fiscal que reduzca la capacidad de maniobra de las comunidades, puede ser perjudicial para el conjunto. No es el momento para subidas de impuestos, debido a que España ya tiene fijada una tributación del 25% en el caso de Sociedades, más alta que muchos países con los que debe competir en el seno de la Unión Europa. Y más baja, es cierto, que otros estados que todavía no han entendido qué se jugará en los próximos años en el concierto internacional, como Francia, cuya tributación en Sociedades alcanza el 30%.