¡Tiemble, señor Casado!
Estados Unidos presume de ser el único país del mundo en el que cualquiera puede llegar a presidente gracias a la meritocracia (a veces, lo de que cualquiera puede llegar a presidente es literal: véase Donald Trump), pero España no se queda atrás en ese sentido. O, por lo menos, la comunidad de Madrid. Isabel Díaz Ayuso (Madrid, 1978) tiene un currículo ejemplar a la hora de demostrar que cualquiera puede llegar a presidir una comunidad autónoma española: tiene mucho mérito pasar de pasear a los perros de Esperanza Aguirre y llevar las redes sociales de Pecas, su mascota favorita, a presidenta regional. Vale que cuenta con la inestimable ayuda de Miguel Ángel Rodríguez, que es a IDA (¡fascinante y adecuado acrónimo!) lo que el muñeco diabólico Chucky a mi amigo Ignacio Vidal-Folch, pero eso solo demuestra que nuestra heroína es como esos cantantes que saben rodearse de los compositores y los letristas más adecuados. Puede que ella, dejada a su libre albedrío, no sepa hacer la o con un canuto y haga el ridículo en sus comparecencias públicas, pero para evitar esos molestos extremos, ahí está el venenoso MAR para pasarle consignas triunfales y comentarios ofensivos en modo apuntador teatral.
IDA ha vivido una nueva semana de gloria por su última idea de bombero --procedente, sin duda, del prodigioso y ponzoñoso caletre de MAR--, lo de comprar vacunas anti-Covid a los rusos, maniobra abortada porque no tiene competencias para hacerlo y los rusos tampoco están para meterse en más líos (lo suyo es, con perdón, joder la marrana de forma discreta, como con el prusés catalán). Aparentando que solo piensan en la buena salud de sus conciudadanos, IDA y MAR se inventaron la conexión rusa con la única intención de jorobar a Pedro Sánchez, cuyo arribismo e ineptitud le hacen presa fácil de este tipo de jugarretas. Mientras IDA fomenta el contagio en su comunidad, aparentando que lo hace por preservar la libertad del ciudadano, se marca un Puigdemont y pone en marcha una maniobra para la que no está autorizada. Si seguimos así, el oneroso, confuso y quintuplicado Estado de las autonomías se irá al carajo no por los catalanes o los vascos, sino por actitudes como la de IDA, que no es que se haya venido arriba, sino que vive permanentemente en una plataforma situada por encima de todos, incluido --no sé si se ha dado cuenta-- su jefe de filas, Pablo Casado.
A diferencia de su maestro, José María Aznar, Casado carece del cuajo necesario para comandar el PP. La idea de cambiar de sede, a ver si la gente se olvida de que en la calle Génova tuvieron lugar las trapisondas contables del partido en la era Bárcenas, es como para que se te subleven los militantes y exijan tu cabeza: ¿una nueva sede para albergar la vieja roña? ¡Por el amor de Dios!...Tampoco denota mucha inteligencia política afirmar, como ha hecho Casado, que una victoria de IDA en las elecciones regionales le sería muy útil para ganar él las nacionales. Yo diría que Casado es el único español que no se ha dado cuenta de que IDA va a por su cargo y que en esa dirección la azuza su particular muñeco diabólico. Estamos ante una mujer muy ambiciosa a la que el Twitter de Pecas enseguida se le quedó pequeño. Y, tal como está el patio, yo no me sorprenderé si llega a presidenta de la nación. ¿Ustedes sí?