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La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha incurrido en muchas de las prácticas políticas que tanto denunció cuando era una activista. Acusar de difundir fake news contra ella a los medios críticos con su gestión es un proceder propio de gobernantes populistas de extrema izquierda y extrema derecha. Y, por ello, acaba de recibir un duro varapalo de la justicia. Tampoco es de recibo destinar importantes sumas de dinero público para atacar a la prensa por realizar con ahínco su función fiscalizadora del poder. Barcelona merece otro tipo de líderes.