Los berrinches de Ethan Hunt
En estos momentos, dos son los (presumibles) blockbusters de Hollywood que, a causa de las molestias propias de la Covid-19, están viviendo unos rodajes que no se acaban nunca. Se trata de la nueva aventura del hombre murciélago, que esta vez tiene los rasgos vampíricos de Robert Pattinson (The Batman) y de la séptima entrega de las andanzas del agente especial Ethan Hunt y su alegre pandilla (Misión Imposible VII), cuyos rodajes se eternizan en Londres. Pattinson pilló el bicho y hubo que pararlo todo. Tom Cruise (Siracusa, Nueva York, 1962) da la impresión, a tenor de sus últimos berrinches, de estar acusando la situación. Hace unos días les pegó un chorreo a dos del equipo que no guardaban entre ellos la preceptiva distancia de seguridad. Y anteayer se dieron de baja del rodaje cinco trabajadores que se acababan de llevar otra bronca del actor, que también es el productor de la película y, por consiguiente, no hay quien le tosa (sobre todo, con el virus acechando por ahí).
No es la primera vez que el señor Cruise da señales de perder los estribos --aún lo recordamos dando saltos en el sofá de Oprah Winfrey en pleno programa de televisión de ésta, aunque en aquella ocasión era para demostrar lo feliz que era--, pero lo de ahora es especialmente grave, pues el berrinche reviste un abuso de autoridad innegable. ¿Estará tenso nuestro hombre? En teoría, no debería estarlo, pues tiene una novia nueva a la que le lleva veinte años, Hayley Atwell, que también sale en Misión Imposible VII, donde ha surgido el amor, según los cursis, y una nueva pantomima sentimental, según los que hacen correr todo tipo de historias turbias sobre la sexualidad del señor Cruise (se ha dicho de todo: desde que es un homosexual de armario hasta que es el sufrido poseedor de un micro pene, pero, en realidad, nadie sabe nada de nada, entre otras cosas porque sus ex mujeres y ex novias no sé si firmaron un contrato de confidencialidad, pero nunca han dicho nada sobre lo que es la vida íntima con Tom Cruise).
Yo, con lo que se de él, me basta (es un eficaz actor de películas de acción y soy fan de los largometrajes de Misión Imposible, como lo fui de pequeño de la serie de televisión en la que se inspira) y me sobra (lo de su pertenencia a la Iglesia de la Cienciología no lo acabo de entender, pero si a él le funciona, ¿a mí qué más me da?). Comprendo que un rodaje inacabable puede acabar con la paciencia de un santo, sobre todo si ese santo es el que corre con los gastos, pero yo de él iría con un poquito más de cuidado. Si se pone de tan mal café antes de los sesenta, tiene todas las papeletas para convertirse dentro de un tiempo en un genuino viejo cascarrabias.