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El Tribunal Supremo ha dictaminado que un repartidor de Glovo no era autónomo vinculado, sino un trabajador por cuenta ajena contratado de forma fraudulenta. Más allá del fallo en particular, la sentencia pone en cuestión un modelo de relaciones laborales en el seno de una de las startups patrias más exitosas.
Sacha Michaud, cofundador de Glovo y el hombre que lleva el día a día de la tecnológica, tiene deberes por delante. Convencer al Gobierno de que el modelo de colaboradores autónomos es legal, además de competitivo. Desde ayer lo tiene más difícil, pues la justicia ha dictado que no es así.