Luis García Montero, poeta y director del Instituto Cervantes, durante su intervención en el Foro Nueva Comunicación en el Hotel Mandarin Oriental Ritz Madrid
Me contó hace años Félix de Azúa que, cuando le cayó la dirección del Instituto Cervantes en París, lo primero que tuvo que hacer no fue nada relacionado con su cargo, sino recomponer la relación con la embajada española, cuyo titular detestaba profundamente a su antecesor. Motivo por el cual las relaciones entre el Cervantes y nuestra embajada eran nulas. O sea, en vez de aunar esfuerzos por la difusión en Francia de la cultura española, como sería su obligación, el mandamás del instituto y nuestro embajador estaban a la greña y disfrutaban enormemente haciéndose la puñeta el uno al otro.
Esta actitud es muy española y se encuentra presente en muchos de nuestros estamentos sociales. Aquí, los diferentes cuerpos policiales se llevan a matar. En todo partido político surgen disidentes que detestan a los que ayer consideraban sus compañeros. En el ejército, los de Aviación desprecian a los de Infantería. Y así sucesivamente. Somos los mejores a la hora de ponernos la zancadilla unos a otros, y así nos va.
Décadas después del cirio parisino que tuvo que arreglar Félix, nos asomamos a una nueva reyerta institucional. El director del Cervantes, el insigne astro de la poesía (o poetastro) Luis García Montero (célebre por su estrofa: "Si tú me llamas, yo cojo un taxi", olé la lírica), la ha tomado con el de la Real Academia de la Lengua, Santiago Muñoz Machado, al que acusa de hacer negocios, digamos, discutibles desde su bufete de abogados.
Yo no sé si el señor Muñoz Machado es un mangante, como insinúa García Montero, pero atacarle justo cuando se está a punto de celebrar el Congreso Internacional de la Lengua Española en la localidad peruana de Arequipa (patria chica de Mario Vargas Llosa, al que se va a elogiar convenientemente en el encuentro), se me antoja de un inoportuno que atufa. Puestos a tomarla con alguien de la RAE, ¿no podría haber esperado el poeta a que hubiera pasado el congreso de marras? ¿Era necesario dar la nota precisamente ahora?
Por otro lado, Muñoz Machado, que cuenta con los premios nacionales de Historia y de Literatura (en la modalidad de ensayo), no es un hombre que hubiese dado origen a rumores por sus actividades profesionales fuera de la RAE. Teniendo en cuenta que su principal adversario en 2018, cuando accedió al cargo de director, era Juan Luis Cebrián, se podría pensar que García Montero le estaba haciendo un favor a su señorito, pero alguien debería recordarle que a Cebrián lo echaron hace un tiempo de El País y del grupo Prisa, de los que ahora se dedica a echar pestes en The Objective.