Ciudadanos ha cambiado de candidato. Lorena Roldán pasa a calentar banquillo, y su “enemigo íntimo”, Carlos Carrizosa pasa a la titularidad del partido naranja como líder autonómico. Los de Arrimadas tratan de poner coto al desastre que se avecina y han desempolvado su objetivo de “intentar una coalición constitucionalista en las urnas”, para no perder ni un solo voto y así “no dar una oportunidad al independentismo".
Su oferta parece que nacerá muerta. Los socialistas no están por la labor y los populares no tienen “ardor guerrero” para secundarla. “Subirse a ese carro con Carrizosa, apetecer no apetece”, dicen fuentes populares que minimizan el impacto de una candidatura conjunta a “Girona y Lleida”, aunque también reconocen que el partido en esas tierras no está por la labor.
Además, en el PP catalán ponen dos condiciones. “Si hay voluntad de tender puentes con Ciudadanos a nivel nacional, es posible buscar una fórmula de colaboración”, pero para alcanzarla es necesario saber “el nivel de aproximación de Arrimadas a Sánchez”. O sea, que Ciudadanos se desmarque de su actual línea política, algo difícil. Carrizosa tiene ante sí una tarea casi imposible y es el último intento naranja para evitar una debacle. Quizás llega tarde y un poco atribulado porque hace evidente la necesidad de los naranjas de salvar los muebles.