Artadi y Calvet lo sabían
Sorprendidos, indignados, ofendidos... Los miembros de la Generalitat han criticado por activa y por pasiva la decisión del Gobierno español de cambiar el nombre del aeropuerto de El Prat por el de Josep Tarradellas. Reprochan al Ejecutivo de Pedro Sánchez que no consensuaran con ellos ese nuevo nomenclátor, aprobado en el Consejo de Ministros celebrado el pasado viernes en Barcelona. Pero fuentes socialistas sostienen que la consejera de Presidencia, Elsa Artadi --que juega un papel protagonista en las negociaciones con el Gobierno-- y el consejero de Territorio, Damià Calvet, conocían la propuesta desde al menos un día antes de que se celebraba el cónclave ministerial. Y no solo eso: no pusieron ninguna objeción.
Como se sabe, Calvet participa en las reuniones bilaterales de infraestructuras. Además, mantiene una buena relación con el ministro de Fomento, José Luis Ábalos. Pero el procés --o lo que queda de él-- impone este tipo de postureo. A los independentistas solo les queda el derecho a la pataleta, pues descartada ya la vía de la unilateralidad, la negociación con el Estado, hasta ahora tildado de "opresor", es irremediable. El problema es cómo seguir ese cauce sin pasar por un "traidor". Por eso, queda gesticulación para rato.