El autobombo de Sixte Cambra
La Guardia Civil desencadenó el 2 de febrero la operación Pika contra la presunta corrupción de Convergència, encarnada en el cobro de mordidas del 3% por la adjudicación de obras y contratas públicas. Entre otros, se detuvo a varios pesos pesados, entre los que se encuentran el presidente del puerto de Barcelona, Sixte Cambra, amigo íntimo de Artur Mas; el ex jefe de Convergència Francesc Sánchez; el ex tesorero del partido Andreu Viloca; el ex director de infraestructuras de la Generalitat, Josep Antoni Rossell; el ex gerente del Ayuntamiento de Barcelona y actual director general de Fira de Barcelona, Constantí Serrallonga; y el ex teniente del consistorio de la Ciudad Condal, Antoni Vives.
Las acusaciones que pesan sobre los mentados son de singular gravedad. El juzgado de El Vendrell, instructor del sumario, les imputa uno o varios de los siguientes delitos: organización criminal, tráfico de influencias, falsedad documental, blanqueo de capitales, cohecho, malversación de caudales, financiación ilegal de partido y prevaricación.
Todo ello, en relación con una batería de obras como las de la plaza de las Glòries, avenida del Paral.lel, construcción de escuelas y ampliación del puerto y del llamado dique del Este.
Desde el infausto 2 de febrero, todos los afectados han mantenido la boca cerrada y un perfil periodístico bajo... salvo Sixte Cambra.
Este personaje, que lleva media vida enchufado por un cordón umbilical al presupuesto, se ha servido de la revista interna del puerto Fem Port para autohomenajearse a sí mismo con un descaro digno de mejor causa.
En el último número de la citada publicación, correspondiente a enero-febrero, Cambra larga un editorial, con fotografía suya incluida, en el que saca pecho por la buena marcha de la instalación portuaria.
Asevera que los tres principales indicadores económicos han experimentado alzas: el movimiento de contenedores para comercio exterior, que alcanzó 1,2 millones de toneladas TEU; el transporte de vehículos, que sumó 916.834 unidades; y el tráfico de pasajeros, 3,9 millones de personas.
"Tenemos muy presente que esta capacidad es solo un instrumento para que el puerto avance en su misión de aportar competitividad a las empresas y a la economía del entorno. Esta es, en definitiva, la estrategia que en 2017 marcará nuestra actividad y que nos alienta a seguir trabajando con más ilusión que nunca".
En todo el texto no se observa ni una sola línea dedicada a explicar la insólita entrada y registro de las oficinas del puerto por parte de la Benemérita, con el ridículo numerito a cargo de uno de los guardianes del edificio; ni tampoco reseña alguna sobre el apresamiento de Cambra por la fuerza pública, ni mucho menos sobre las graves acusaciones que pesan sobre la institución por presunto amaño de los concursos para ejecución de obras.
En definitiva, un estéril ejercicio de autobombo, con cargo al dinero público del puerto. La desfachatez de Cambra es antológica.