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El Barça de basket tiene una larga nómina de fichajes erráticos. De decepciones mayúsculas. Jugadores, en muchos casos, con experiencia en la NBA que fracasaron en el Palau. Jeff Ruland, Fred Roberts, Milan Gurovic y Rony Seikaly, entre muchos otros, nunca conectaron con la afición barcelonisa, que ahora se desespera con otro crack que vivió días de gloria en Estados Unidos.

Willy Hernangómez, un pívot de 2.10 metros, se formó en las categorías inferiores del Real Madrid y jugó en los Knicks y en los Hornets. En verano de 2023, el Barça buscaba una estrella, tras despedir de un plumano a Jasikevicius, Higgins y Mirotic.

El plan B

Juan Carlos Navarro, manager general, tenía un pacto verbal con Kevin Punter, pero el escolta estadounidense reculó y renovó su contrato por el Partizan. Entonces, la Bomba activó el plan B: Willy Hernangómez.

El Barça, con urgencias, ofreció un salario estratosférico a Willy: 12,5 millones de euros por tres temporadas. El Real Madrid, que tenía sus derechos en España, podía igualar la oferta, pero fuentes del club calificaron aseguraron que las cifras que le ofrecía la entidad barcelonista estaban "fuera de mercado".

Bronca con Grimau

Laporta presumió de Willy. También, Navarro. Roger Grimau, no tanto. El técnico de Sants pronto chocó con el carácter indolente del pívot madrileño, un jugador importante en ataque pero muy poco disciplinado y menos intenso en defensa.

Roger Grimau, Darío Brizuela y Willy Hernangómez FCB

Grimau nunca tuvo buenas sensaciones con Willy y la relación entre ambos acabó muy mal. "No me grites que te quedan dos telediarios", llegó a decir el pívot al entrenador del Barça, a finales de la pasada temporada.

Panathinaikos

Joan Peñarroya, sustituto de Grimau, confiaba en rescatar la mejor versión de Willy. Técnico con tanto carácter como experiencia, también está desesperado con el rendimiento del jugador. El martes, en la pista del Panathiniakos, solo jugó 11 minutos en los que sumó seis puntos y cogió dos rebotes.

Peñarroya se cansó de Willy en el último cuarto. A los 48 segundos lo sentó en el banquillo y ya no contó más con él. Castigó al pívot por su falta de compromiso y la brecha amenaza con agrandarse. Willy cobra muchísimo y rinde poco. Es un problema para el Barça, sea quien sea su entrenador. Con él, Navarro se equivocó de pleno. Willy no es la bomba. Es un petardo.

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