Joan Laporta se pasó con la tijera. Generoso en algunos fichajes de futbolistas de medio pelo y con las comisiones a intermediarios, el presidente del Barça destrozó el equipo de basket. De un plumazo, y con el visto bueno de Josep Cubells (directivo responsable) y Juan Carlos Navarro, manager general, se cargó a Sarunas Jasikevicius y Nikola Mirotic, a uno de los mejores técnicos de Europa y al mejor jugador. Hoy, 11 meses después, el Barça llora su eliminación en la Euroliga.
Olympiacos destrozó el sueño imposible del Barça. De un equipo que solo anotó 4 de los 26 triples que intentó. Ricky Rubio es el jugador con más carácter, pero está a años luz de Mirotic. El base aporta defensa e intensidad. El ala-pívot, puntos y liderazgo. Cuando todas las muñecas encogían, él las enchufaba. Laporta, sin embargo, no quiso pagarle 11 millones de euros, una ficha excesiva incluso para el jugador más determinante, pero no buscó un acuerdo. Descartó con una estrella que se quería quedar en Barcelona. Le dio la patada.
La Liga ACB
Rubio fue el fichaje de emergencia del Barça en invierno, dado el fiasco protagonizado con la apuesta por Willy Hernangómez --solo jugó 12 minutos contra las griegos-- como nueva estrella. Antes, en verano, el basket azulgrana apenas pudo celebrar su contundente victoria ante el Real Madrid en la final de la Liga ACB. Mirotic ya había anunciado su marcha del club y Jasikevicius fue sentenciado poco después. El técnico lituano fue sustituido por Grimau, sin experiencia en la élite, que aceptó el cargo por el bocadillo y poco más.
En verano, el Barça también despidió a Cory Higgins y prescindió de Kuric, Sanli y Tobey. A Cubells y Navarro se les hizo de noche de golpe. Tocaba renovar el equipo y Laporta abrió la caja. No había dinero para pagar al crack, pero sí para ofrecerle 12,5 millones a Willy Hernangómez por tres temporadas. Y por pagar traspaso a Joventut y Unicaja por Joel Parra y Darío Brizuela, actores muy secundarios. Ninguno de los dos jugó ni un solo minuto frente al Olympiacos.
Entrenador tranquilo
El Barça también fichó a Jabari Parker, un antiguo crack de la NBA castigado por su maltrecha rodilla izquierda. El ala-pívot estadounidense es, hoy, el nuevo ídolo del Palau, pero cualquier comparación con Mirotic es odiosa.
Con Grimau de entrenador, se acabaron las grandes broncas. El técnico de Sants es un tipo calmado, pero no intimida. Nunca ha sabido motivar a Willy y otros jugadores. Su apuesta por un baloncesto ofensivo es meritoria, pero a su Barça le faltan carácter y calidad.
Guardiola y Pascual
En las pasadas Navidades, el Barça ya daba síntomas preocupantes. En el club sondearon el fichaje de Joan Peñarroya. Algunas fuentes aseguran que había un precontrato firmado, pero Cubells lo niega. Navarro, mientras, se encomendó a un valor seguro como Ricky Rubio, antiguo compañero suyo, pero su fiabilidad en la pista no tiene continuidad en los despachos.
Cubells y Navarro, como muchos directivos y ejecutivos, no alertaron a Laporta de las consecuencias de su tijeretazo. Hoy, lloran una eliminación dolorosa, porque el Barça de Grimau se parece al Barça de Xavi Hernández. Al presidente le gustaría tener a Pep Guardiola y Xavi Pascual como entrenadores, pero el Barça actual es una fotocopia demasiado borrosa del Barça de hace una década y media.
Mala gestión económica
La mala gestión económica del presidente, incapaz de encarrilar la recuperación financiera del club desde que regresó al poder en 2021, es la clave que explica la actual inercia derrotista. Sustentado tan solo en la venta de activos y el anticipo de cobros futuros, Laporta ha debilitado al primer equipo de fútbol y también a todas las secciones. En Europa, ya solo quedan vivos los únicos equipos que se mantienen fuertes: el femenino y el Barça de balonmano. El Barça de las seis ligas conquistadas el año pasado es historia.