El Barça de basket tampoco va bien. No tiene buena pinta. Tercer clasificado en la Liga ACB, a cuatro victorias de Unicaja y Real Madrid, el equipo azulgrana está contra las cuerdas en la Euroliga. En los cuartos de final, perdió el primer asalto contra Olympiacos en el Palau Blaugrana en un partido muy mal gestionado por Roger Grimau.
Grimau no es un entrenador demasiado fiable. No tiene carisma ni carácter. Cierto es que apuesta por un baloncesto ofensivo y por rápidas transiciones, pero su Barça no tiene el espíritu combativo que necesita para desafiar a los grandes equipos de Europa.
Brizuela, sin minutos
Tampoco parece Grimau un buen psicólogo. El Barça no es un equipo mentalmente fuerte. Contra Olympiacos, siempre fue a remolque. Apenas apretó en defensa y Laprovittola no tuvo su día. Tampoco, Vesely. Jabari Parker, al principio, y Ricky Rubio, al final, intentaron agitar el partido. Sin éxito.
Grimau, sorprendentemente, no dio carrete a Darío Brizuela. El escolta vasco es, posiblemente, el jugador más imprevisible. El más capacitado para cambiar el ritmo de un partido. El Barça necesitaba más chispa e intensidad contra Olympiacos, pero el técnico de Sants ignoró a Brizuela. Y a Nnaji, un pívot muy atlético. Su Barça es una mala fotocopia del que ganó la Liga con Jasikevicius y Mirotic, dos cracks que fueron despedidos por Laporta.
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