La importancia que le dimos a tener un recambio para Ter Stegen es proporcional a las prisas que se dieron desde el club azulgrana y nos transmitieron cuando el portero alemán se lesionó. Justo se lo estaban llevando en camilla en el partido que enfrentaba a los azulgranas con el Villarreal que las especulaciones sobre su recambio ya empezaban a circular. Pero todavía más: el nombre del portero polaco, Wojciech Szczesny, se confirmó en menos de una semana y, justo después, ya estaba posando con Joan Laporta en las instalaciones del club.

Esta rapidez no nos debe sorprender, teniendo en cuenta la falta de efectivos que consideraba, el mismo staff técnico de Hansi Fllick, que tenía para sustituir al alemán. El primero de ellos: Iñaki Peña. Con el precedente añadido de su participación discreta y un tanto floja de la temporada pasada, se le consideraba demasiado inmaduro para aguantar una temporada entera. Y, pese a que este factor todavía ronda entre los profesionales que lo tratan, la consideración que tenían de él ha ido revirtiendo en positivo.

Quizás por la buena dinámica del equipo y la capacidad de Flick, al estilo Michel, de acercarse jugador por jugador de manera muy personal, le ha dado unas agallas que el pobre Peña no tenía de inicio. Su inmadurez recae más en la debilidad mental que física, ya que el portero no es un juvenil, pero tampoco un veterano. Está en una edad óptima para coger el liderazgo soñado. Y así lo ha demostrado en los últimos enfrentamientos de gran envergadura.

Paralelamente a la transformación de Peña, se suma la llegada del protagonista de esta columna: Wojciech Szczesny. Sabiendo que le gusta fumar, este no fue un obstáculo para nadie. Algún día, deberíamos hablar, si tan puristas somos, de las shishas que más de uno se fuma cuando sale de fiesta. Pero el problema que Flick vio en él, fue más allá de tomarse un cigarrillo.

Tal como avancé en la previa ante el Sevilla, sorprendió que Szczesny no debutará. Y, en las retransmisiones donde participé por Esport3, dije que Flick estaba desilusionado con la actitud del portero polaco. Las sospechas se confirmaron en la celebración del clásico cuando, desde dentro del mismo vestuario, se pone a fumar un cigarro, un puro habano o lo que fuera. El momento fue retirado inmediatamente por los servicios de comunicación del club, pero la prueba fue irrefutable para acabar de señalar y sentenciar, de puertas para dentro y fuera, a un jugador que todavía no ha debutado.

Veremos si 'su momento' se queda en unos simples partidos de Copa del Rey o, realmente, se mentaliza para ganarle el sitio a Iñaki Peña. Una cosa es evidente: el Barcelona necesita un suplente en la portería, pero hay un aspecto todavía más importante en la era de Hansi Flick: quien no quiera trabajar, ya sabe dónde tiene la puerta. Y si no, que le digan a Jules Koundé.