Pedri celebra junto a Raphinha y Lamine Yamal

Pedri celebra junto a Raphinha y Lamine Yamal EFE

Primer equipo

El Barça se pega otro festín de goles al son de Pedri

Los azulgranas machacan al Sevilla de García Pimienta (5-1) con un Montjuïc totalmente enloquecido y entregado a Gavi

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Montjuïc ya no es un impedimento para ver al Barça. El equipo de Hansi Flick ilusiona y el aficionado responde. Aunque este domingo había un extra. La motivación principal para subir al Estadi Olímpic era el regreso de Gavi. 11 meses son una eternidad hasta para alguien de su carácter. Lo bueno se hace esperar y el punto álgido de la noche no llegó hasta el minuto 83 del Barça-Sevilla. El culé disfrutó (5-1) y se emocionó. Porque el protagonista también fue Johan Neeskens. Montjuïc enmudeció y dio un sentido minuto de silencio al holandés más querido con permiso de Cruyff.

Pero no hay día tranquilo en can Barça. Tampoco sin lesión, parece. Los planes de Hansi Flick quedaban en paños mojados. El técnico no se guardaba nada en su once. Lewandowski y Lamine de inicio, a pesar de que llegaron entre algodones del parón. En cambio, tuvo que retirarse Éric en el calentamiento por problemas en el aductor. Pese a haber recuperado a Olmo y Fermín, Flick no arriesgó. Metió a Ansu.

Por raro que parezca, Montjuïc fue una caldera. El aficionado está vivo, ilusionado. Y protestón. Es uno más en este Barça de Flick en el que todos reman a favor y quieren el balón. Los azulgranas atacaban ante un Sevilla que esperaba. Así planteó el partido un extécnico de la casa, García Pimienta. Lo pagó caro. En un arreón de 15 minutos, del 24 al 39, el Barça sentenció el partido. Pimienta probó de su propia medicina. La que ha mamado, la de un fútbol agresivo y atractivo.

Vendaval azulgrana

La estrella que más brilla es la que está a punto de apagarse. Y es lo que sucede con Lewandowski. A los 36 años se acerca su retirada, pero tiene la puntería más afilada que nunca. No perdonó desde los once metros tras un penalti clamoroso sobre Raphinha y rozó otro disparo desviado del brasileño para enviar el balón a la red. Entre medio, a pase de Lamine Yamal, Pedri marcó un auténtico golazo por la escuadra desde la frontal.

Lewandowski marca de penalti contra el Sevilla

Lewandowski marca de penalti contra el Sevilla EFE

Solo asustó a los de Flick algún arreón de Ejuke, el futbolista más imprevisible del Sevilla, que se marchó lesionado antes del descanso. Flick aprendió de la derrota en El Sadar. Sacó toda la artillería de inicio y, con el partido resuelto, uno ya se puede permitir rotar. Y más con los partidos de Bayern y Madrid a la vuelta de la esquina.

Por fin

Aunque para Lamine no hay descanso que valga. Se divierte como lo que es, un niño de 17 años. La sobrecarga, a pesar de la gran cojera que arrastraba, era solo eso. No marcó, pero fue absolutamente determinante. Yamal vale una entrada. Se exhibió con regates y pases con el exterior solo al alcance de un elegido.

Pedri celebra un gol junto a Lamine Yamal

Pedri celebra un gol junto a Lamine Yamal EFE

El Estadi Olímpic se lo pasó en grande. El partido se convirtió en una fiesta, de alegría desenfrenada. Hasta que llegó el culmen de la noche en el minuto 65. Por fin, después de 348 días. Gavi salió a calentar, con una sonrisa de oreja a oreja. Montjuïc enloqueció y reverenció a uno de los suyos. El culé ama a Gavi y así se lo hizo saber. Entró en el 83 por Pedri, capitán y timón de este Barça de Flick, y se cantó más que cualquiera de los goles, que al final fueron cinco.

El culmen de la noche

Empezó el desfile de cambios para dar oxígeno. Lamine, Raphinha, Ansu, Lewy fueron los escogidos. Entraron Gerard Martín, Pablo Torre, Pau Víctor y se celebró otro retorno, el de Fermín López. Torre hizo el cuarto y completó la manita. Idumbo evitó, tras fallo de Cubarsí, que el Barça terminara con la portería a cero.

Todo puede cambiar en pocos meses. Y más en el fútbol. Lo que antes parecía el Everest, Montjuïc, ahora parece un valle de rosas. Antes la enfermería estaba llena. Ahora la plantilla toma otro color. Y ya no hay rostros serios. Todo son sonrisas. El Barça y el culé afrontan una semana decisiva con la mayor de las ilusiones. Bayern y Madrid se cruzarán con un equipo con mucha hambre y autoestima.