El Barça es una máquina de hacer goles. Veintiocho suma ya en la Liga. Con Robert Lewandowski tocado por una varita, todo es más fácil para un Hansi Flick que ha cambiado el estado de ánimo del equipo. Una semana después de ser zarandeado por Oasuna, el líder destrozó al Alavés (0-3) en media hora con tres goles del delantero polaco. Su pegada y la intensidad de Raphinha bastaron para ganar el octavo partido y mantener una renta de tres puntos respecto al Real Madrid.
Flick, por un día, prescindió de Koundé, que lo había jugado todo, y dio entrada a Héctor Fort. En Mendizorroza no hizo más cambios y dio continuidad a Ferran Torres por la banda izquierda y a Marc Casadó como mediocentro. El invento de colocar a Éric García por delante de la defensa no parecía haber convencido al técnico alemán, pero lo tuvo que rescatar con la temprana lesión muscular del delantero valenciano.
El gol de Lewandowski
El Barça no acusó la lesión de Ferran y pronto marcó Lewandowski. Su octavo gol en la Liga fue el mejor remedio para espantar fantasmas y confirmó su gran sintonía con Raphinha. El gol dejó tocado al Alavés, víctima minutos después de la conexión letal entre el brasileño y el delantero alemán, que batió por segunda vez a Sivera.
Lamine Yamal es el nuevo icono del Barça, pero Raphina es el futbolista que mejor simboliza la transformación del equipo. El extremo es el mejor socio de Lewandowski y entre ambos ya han fabricado cuatro goles en el curso actual. Es más vertical el Barcelona de Flick y también más descarado y aplicado en la presión.
El sufrimiento del Alavés
El Alavés no sabía qué hacer. Si avanzar las líneas o recular ante un Barça que encontraba muchos espacios cuando se desplegaba en ataque. Sufría el equipo de Luis García Plaza y disfrutaba Lewandowski, que marcó el tercer gol a la media hora de un partido que era un calvario para la afición vitoriana.
El Barça controlaba el partido a su antojo. Con espacios, aceleraba. Sin espacios, buscaba a Lamine. Al Alavés no le quedaba más remdio que juntar sus líneas y soñó con reengancharse al partido tras un cabezazo de Toni Martínez que batió a Iñaki Peña, pero fue invalidado por el VAR.
El segundo acto
El segundo acto fue mucho más aburrido. Ni tenía ganas de hacer sangre el Barça no incomodaba demasiado el Alavés. Y cuando lo hacía, sus delanteros tenían el punto de mira muy desviado para suerte de Iñaki Peña, un portero que no transmite seguridad.
Flick, tranquilo en la banda, intentó revitalizar al Barça con Koundé y Ansu Fati por Fort y Lamine Yamal. El defensa francés estiró el equipo por la banda derecha y Ansu, algo ansioso, lo intentó todo para batir a Sivera, sin suerte. También tuvo minutos Frenkie de Jong, todavía sin ritmo de competición y muy lejos de su mejor versión.