Joan Laporta siempre tuvo en Johan Cruyff a su mejor aliado en su primera etapa como presidente del Barça. El Flaco le recomendó, por ejemplo, los fichajes de Txiki Begiristain y Frank Rijkaard. El primero fue el director deportivo del club desde 2003 hasta 2010, cuando fue relevado por Sandro Rosell. El técnico holandés estuvo cinco años en el Barça. Ahora, sin Johan, Laporta tiene muchas más dudas, sobre todo con los entrenadores.
Elegido presidente el 7 de marzo de 2021 tras imponerse claramente a Víctor Font y Toni Freixa, Laporta heredó un equipo en horas bajas. Eso sí, con Leo Messi y Antoine Griezmann como estrellas. Y con Ronald Koeman, el héroe de Wembley, como entrenador. Con él, el Barça ganó la Copa del Rey, pero falló en la Liga y Laporta le comunicó en mayo de 2021 que le buscaba un sustituto.
Jordi Cruyff, primera apuesta
El problema es que Laporta no encontró lo que quería. Entonces no confiaba en Xavi Hernández, que formó parte de la candidatura de Font. Decía que estaba "muy verde". Y en su búsqueda intentó el fichaje de Jordi Cruyff, el hijo de Johan.
Jordi Cruyff regresó al Barça, pero no como entrenador, sino como director deportivo. Fue la mano derecha de Mateu Alemany, un ejecutivo muy bien valorado en el fútbol español aunque sin ADN azulgrana.
Contactos con Pirlo
Laporta también intentó, sin éxito, el regreso de Pep Guardiola. Y, sobre todo, se ilusionó con Andrea Pirlo, actual entrenador de la Sampdoria, en la Serie B, porque fue un futbolista al que admiró. El presidente del Barça, sin embargo, no dio el paso y optó por mantener a Koeman, quien fue destituido a finales de octubre tras una derrota en el campo del Rayo Vallecano (1-0) el día que Memphis Depay falló un penalti.
Acorralado, Laporta fichó a Xavi, quien en dos años y medio ha ganado una Supercopa de España y una Liga. El curso actual, sin embargo, ha sido decepcionante, pero el técnico de Terrassa fue ratificado hace dos semanas y cumplirá su contrato hasta junio de 2025. Teóricamente.