El Barça está en una situación complicada. Frustrante. A cuatro puntos ya del Real Madrid en la Liga, preocupa más su crisis de juego que su clasificación. En Europa está mejor. Si gana al Oporto se clasificará matemáticamente para octavos de final y un empate también podría ser bueno si después gana en el campo del Amberes. El problema es que su fútbol no seduce ni es fiable y Xavi Hernández sabe que ha perdido mucho crédito en el club.
Profundo conocedor de la idiosincrasia del Barça, Xavi siempre ha tenido claro que su proyecto depende de los resultados. Hace un año fue claro cuando proclamó que solo renovarían su contrato si ganaba títulos. Su compromiso con el club caduca el 30 de junio de 2025, pero sabe que puede ser sentenciado si no se repiten los éxitos del curso pasado.
Joan Laporta, presidente del Barça, pide tranquilidad y Deco, el director de fútbol, no es demasiado partidario de los exámenes parciales. Prefiere poner nota a final de curso. Con Xavi tiene una buena relación personal, pero es un ejecutivo ambicioso, al que no le tiembla el pulso.
Tres victorias y una derrota
El Barça arrancó la Champions con una convincente victoria contra el débil Amberes por 5-0. Después ganó en Oporto (2-1) y al Shakhtar (2-1), en Montjuïc, con muchos problemas, con un fútbol muy discreto. Y en la cuarta jornada perdió en Hamburgo contra el equipo ucraniano.
El equipo azulgrana cerrará, virtualmente, el pase a octavos de final si gana al Oporto. Xavi quiere una victoria convincente para liquidar los errores del pasado en Europa y, sobre todo, para silenciar las críticas al juego del equipo.
El calendario, complicado
Necesita el Barça un punto de inflexión. El juego del equipo va a menos y Xavi debe revertir la situación actual. En diciembre, el Barça se juega su futuro en Europa y gran parte de sus opciones en la Liga con tres partidos de máxima exigencia: Atlético, Girona y Valencia.
El Barça y Xavi necesitan una alegría. Deco y Laporta, de forma discreta, tienen un plan B. No dicen nada, pero fue significativo que el presidente acudiera a Palamós para ver el último partido del filial. Su fotografía con Rafa Márquez no fue casual. El mexicano gusta mucho a Laporta y a su director de fútbol.