El Barça ha calmado su ansiedad y sus turbulencias con una Liga que premia el buen trabajo de Xavi Hernández y maquilla las tensiones económicas e institucionales del club. En el Espanyol, en cambio, el descenso a Segunda División incrementa el malestar de la afición con el propietario, Chen Yansheng, y castiga a una entidad que ha sufrido dos descensos en solo tres años.
Joan Laporta, presidente del Barça, se la jugó el pasado verano. Activó cuatro palancas para poder renovar un equipo decadente y deprimido. Con la ayuda de Mateu Alemany como director de fútbol, el club fichó a Christensen, Kessié, Lewandowski, Raphinha, Koundé, Bellerín y Marcos Alonso.
Champions y Liga
El plan renove del Barça fue totalmente insuficiente en Europa. Por segundo año consecutivo, el equipo de Xavi fue eliminado de la Champions en la fase de grupos. En la Europa League tampoco superó la primera eliminatoria ante el Manchester United.
El Barça, en cambio, siempre tuvo buenas sensaciones en la Liga. Solo la derrota en el Bernabéu puso en alerta a Xavi Hernández, quien poco a poco renunció a su manual preferido para equilibrar a un equipo descompensado.
Ter Stegen y Lewandowski
Xavi, cruyffista convencido, miró primero a Ter Stegen y acabó con Lewandowski. El técnico de Terrassa ha logrado un Barça muy ordenado, sacrificado, intenso en la presión y comprometido. El equipo solo ha encajado 18 goles, y la mitad con la Liga ganada o casi. En ataque, en cambio, tiene mucho margen de mejora. Ha sumado 69 goles, pero su rendimiento depende excesivamente de Lewandowski.
Al Barça le esperan nuevos retos. En plena temporada se marchó Piqué y en el mercado de invierno se fueron Memphis y Bellerín. El curso, además, termina con las despedidas de Sergio Busquets y Jordi Alba, los últimos representantes de la vieja guardia.
Salidas en verano
En verano habrá más salidas. Tal vez Ansu Fati, o Ferran Torres, o Raphinha, o Kessié. Pero solo podrá pensar a lo grande si la Liga aprueba su plan de viabilidad. Entonces podría fichar a Gundogan, Javi Martínez, Carrasco y Vitor Roque. Más difícil parece el regreso de Leo Messi.
El Barça vive una realidad dual. El Espanyol, en cambio, no ve la luz por ningún lado. Como si fuera un arbol caído, el club debe iniciar una nueva etapa con muchas dudas, castigado por no hacer los deberes el pasado verano.
Los errores del Espanyol
El curso, curiosamente, comenzó relativamente tranquilo en el Espanyol, con Diego Martínez como entrenador y Joselu como gran referente ofensivo. Hubo momentos de cierta calma, aunque el equipo no jugaba a nada y se mostraba excesivamente vulnerable en el RCDE Stadium.
El Espanyol se reencontró con viejos fantasmas del pasado en los dos últimos meses de competición. Luis García llegó muy tarde y tampoco encontró la tecla para reactivar al equipo. El principio del fin fue la derrota contra el Barça en el derbi. El día que el gran rival se proclamó campeón, los periquitos quedaron colapsados. Abrumados.
Los arbitrajes
El equipo blanquiazul encajó mal la derrota contra el Barça, agravada por el comportamiento lamentable de una parte de su afición. Para colmo, en los últimos partidos, contra el Atlético de Madrid y el Valencia, los árbitros se cebaron contra el Espanyol, que ni tan siquiera pudo soñar con la salvación en la última jornada. Su defunción llegó antes.
En el último partido de la Liga, la mayoría de los aficionados del Espanyol se vistieron de negro y el primer minuto del duelo contra el Almería no se jugó, con los dos equipos parados, en señal de protesta por los arbitrajes de la Liga. El Barça, por su parte, se despidió con una intrascendente derrota en Vigo que salvó al Celta.