El Barça sale más que reforzado del Santiago Bernabéu. Los catalanes consiguieron ganar dos veces en una semana contra el Real Madrid. Este miércoles entraban en la final de Copa del Rey del próximo 25 de mayo y este sábado daban un golpe de autoridad para asegurar la Liga. Los blancos están a 12 puntos.
Todos los jugadores dieron un paso adelante. Tras el 2-4 en Sevilla se creía que todo dependía de Leo Messi pero no fue así. El argentino no está en su mejor momento físico debido a unos problemas en los aductores -que le volvieron a molestar en el último partido- y no tuvo la trascendencia que nos tiene habituados.
Sin problema, el primer partido fue de Luis Suárez que, junto a Ousmane Dembelé, firmaron una segunda parte muy buena. En el partido liguero fue el turno del centro del campo. Sergio Busquets e Ivan Rakitic –autor del gol– quienes consiguieron imponer su juego.
Superando todas la críticas
Es evidente que sin el mejor jugador del mundo, el equipo se nota más débil pero no deja de ser el Barça. El clásico copero generó muchas dudas aunque se consiguió una abultada victoria (0-3). El equipo fue más efectivo que controlador e iba a remolque de los contrataques de los blancos.
Los jugadores del Barça celebran un gol de Luis Suárez en el clásico copero / EFE
En Liga, y con Arthur Melo de nuevo en el once, se impuso el fútbol control y de toque. El equipo volvía a ser reconocible, volvía la posesión. Rakitic y Busquets hicieron lo de siempre: solidaridad en mayúscula. Estuvieron pausados en ataque y contundentes en defensa. Una aportación más que destacable las suyas.
En defensa poco hay que decir, dos visitas al Bernabéu, cero goles. El equipo volvía a encarrilar dos partidos sin tantos en contra. Los culpables: Ter Stegen en el primer clásico y Gerard Piqué en los dos. El central catalán muestra día tras día porque es insustituible.
Messi sigue siendo Messi
Al argentino nadie le da por muerto. Solo con pisar el verde obtiene toda la atención de sus rivales. Solo hay que ver como actuó Sergio Ramos para pararlo. Al filo del descanso el andaluz se jugó la roja tras dejarle un codazo innecesario. Messi no se achicó, al contrario, y casi pudo poner la guinda al pastel con un disparo rozando la escuadra en los últimos minutos.
Sergio Ramos reprochándole una acción a Leo Messi / EFE
Hace unas semanas ya le daban por acabado. Piso el Sánchez Pizjuán e hizo tres golazos que dejaban al Sevilla cabizbajo. El Barça remontaba un partido que tenía en contra. Lejos de su mejor versión sigue siendo decisivo, partido tras partido. Solo su presencia ya pone el miedo en el cuerpo a los rivales.
Compitiendo como se hizo en el Bernabéu y sumándole a un buen Leo Messi, este equipo es claro favorito para levantar el triplete. En dos semanas vuelve la Champions, viene el Lyon. Que estén atentos los francés que el capitán tiene hambre de títulos.