Una foto de Messi, Rakitic y Sergi Roberto celebrando el gol en el clásico / EFE

Una foto de Messi, Rakitic y Sergi Roberto celebrando el gol en el clásico / EFE

Primer equipo

El Barça humilla al Real Madrid (otra vez) en el jardín de Messi

Los azulgranas se llevan los tres puntos del Santiago Bernabéu, reducen la liga a una lucha de dos y meten a los blancos en un abismo

2 marzo, 2019 22:36

Otro viaje a Madrid y otra victoria en el bolsillo. El Barça volvió a ser muy superior, mejorando su versión de Copa, para humillar de nuevo al Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Florentino Pérez asistió en el palco a la enésima victoria azulgrana –harto y cansado del resultado de siempre– así como una afición que vive tanto o más acomplejada que el vestuario blanco.

Una victoria por la mínima (0-1) pero que dejó muy buenas sensaciones respecto al fútbol que se presenció en el mismo escenario y con los mismos equipos apenas tres días atrás. Arthur volvió al once y los azulgranas volvieron a tener mayor posesión, efectividad y control del juego pese a que la primera parte fue una locura. De ida y vuelta.

Bajo presión

Había mucho en juego. El honor y la casta del lado blanco y la Liga sumada a la hegemonía azulgrana del otro. Y ninguno defraudó. Al menos hasta que Rakitic marcó el primer tanto del partido. Intenso como tres días atrás, pero con un Real Madrid que planteó otro estilo de juego. Una presión alta, pero no asfixiante, y un Barça que quiso aprovechar los espacios ante un equipo estirado y vertical. 

Leo Messi dejó la pasividad de Copa para enchufarse en el Bernabéu. Y tuvo la primera clara del partido, pero falló en lo que se le da mejor: la definición tras dejar atrás a varios rivales. El Madrid llegaba, pero sin gol no hay victoria. Mismos errores, menos ocasiones y con la misma sequía. De nuevo, ni las internadas de Vinicius sirvieron para que Benzema o Bale acompañaran el despliegue ofensivo del brasileño. La segunda línea tampoco estuvo acertada. Con Modric y Kroos probando a Ter Stegen desde la media distancia, todos los disparos se fueron tibios o acabaron en el limbo. Ter Stegen intervino, pero nunca tan exigido como en Copa.  

Jarro de agua fría

El Madrid fue de más a menos, un guión muy similar al del miércoles, especialmente cuando la balanza cayó del lado azulgrana. Si Messi avisó por la derecha, Rakitic volvió a aprovechar el vacío defensivo blanco por ese mismo carril para batir a Courtois en el 26. Un tanto que vale tres puntos y un golpe de autoridad en la capital. Hundir al Madrid en la Liga –hoy ya duerme a 12 puntos– y avisar al que por ahora es su único adversario, el Atlético de Madrid.

Una foto de Ivan Rakitic marcando un gol en el clásico liguero / EFE

Una foto de Ivan Rakitic marcando un gol en el clásico liguero / EFE

Una foto de Ivan Rakitic marcando un gol en el clásico liguero / EFE

Y con la impotencia del Madrid con el pitido de la media parte, que no jugó tan bien como en Copa, pero lo intentó, empezaron las patadas y los errores en la segunda mitad. El Barça nunca se encerró, pero dos grandes equipos siempre golpean. Supo gestionar a la perfección las jugadas de ataque del Madrid. Sin espacios entre líneas, sin posibilidad de disparo y siempre con Dembelé y Messi esperando en la medular para culminar el partido a la contra. 

El segundo gol nunca llegó, pero con mucho menos posesión, Messi estuvo más cerca de hacer el segundo que los 11 jugadores blancos en 90 minutos. Aferrados a la imaginación de Vinicius, ni tan siquiera el brasileño pudo contra un Barça que es líder por muchos motivos. 

Distintos juicios

No hubo excesiva agresividad, pese a la importancia del encuentro, pero Undiano Mallenco midió mal. Condicionó a Busquets en la primera jugada ofensiva de los hombres de Santiago Solari. Falta a Kroos que penalizó con amarilla en el minuto uno, pero ni rastro de amonestaciones para los blancos. Ni tan siquiera cuando Ramos sacó a pasar el codo en la cara de Messi. Otro año más, impune ante una actitud que mantuvo en la segunda parte. Ambos capitanes se las tuvieron tiesas todo el encuentro. 

Una foto de Leo Messi tumbado en el suelo tras recibir una falta de Sergio Ramos / EFE

Una foto de Leo Messi tumbado en el suelo tras recibir una falta de Sergio Ramos / EFE

Una foto de Leo Messi tumbado en el suelo tras recibir una falta de Sergio Ramos / EFE

Y si el juicio arbitral fue uno, también fue otro el de Solari y Valverde. El técnico argentino apostó por el galés en el once y menudo fracaso. Ni se le vio. Sustituido en el 61 por Asensio, recibió el abucheo que se esperaba. A la carrera y sin mirar a nadie abandonó el verde consciente de las ampollas que ha levantado en el madridismo por su pasividad y de que en un encuentro crucial volvió a ausentarse. 

Fede Valverde entró antes que el extremo, para sustituir a Kroos, otra vez. Ya no hay intocables. Y desesperado, Solari hizo lo que nadie predecía: recurrir a Isco. Juntó, tras muchos meses, al bro y al pisha del vestuario blanco. Mucha calidad, pero poca continuidad y así les fue. No tuvieron su día, ni tampoco tiempo. 

Valverde tenía otras prioridades

El regreso de Arthur dio alas a un equipo que le echó de menos el miércoles, pero Valverde no lo vio claro. Sustituyó al carioca por Arturo Vidal para amarrar los tres puntos y con poca incidencia en el juego, surtió efecto. Coutinho también participó, pero sin tiempo. 

De nuevo Messi reinó en el Bernabéu sin la necesidad de marcar y Piqué le cubrió las espaldas. El central estuvo imperial durante 90 minutos. Vive y juega para estos encuentros y así lo demostró. Los azulgranas se van, otro año más, más líderes que nunca del Bernabéu y esta vez con ventaja histórica. 

Los jugadores del Barça celebran el gol de Ivan Rakitic en el clásico / EFE

Los jugadores del Barça celebran el gol de Ivan Rakitic en el clásico / EFE

Los jugadores del Barça celebran el gol de Ivan Rakitic en el clásico / EFE

La de este sábado supone la victoria número 96 de la historia azulgrana de los 242 clásicos que se han disputado. 87 años después, el Barça es el equipo que más veces ha vencido al eterno rival.