No era nada fácil reforzar al equipo cuando la gestión económica de la directiva sigue dejando mucho que desear. Los 100 millones por la venta de los 450 palcos VIP por 30 años contabilizados en enero ha sido otra palanca fallida, y se han tenido que descontar porque se han incumplido los plazos de construcción y la vuelta al Camp Nou con 60.000 espectadores parece lejana. Es por ello que la Liga ha rebajado en 112,3 millones de euros el límite de coste de plantilla que puede permitirse el Barça, fijado ahora en 351,284 millones de euros, lejísimos de los 761,226 millones que tiene el Real Madrid.
Nunca había habido tanta diferencia. Suerte tiene esta directiva de la herencia recibida en la cantera: Lamine Yamal, Cubarsí, Balde, Gavi, Casadó, Bernal… además de los Pedri y De Jong que ya estaban en la plantilla, una buena base, que les ha permitido tener un muy buen equipo sin hacer apenas fichajes los dos últimos años.
En este contexto económico tan adverso tiene mucho mérito que Deco haya hecho encaje de bolillos para desprenderse de jugadores y reforzar al equipo sin estar en la regla 1/1. Ha tenido que hacer verdaderos milagros, como “regalar” a Iñigo Martínez, vender a Pau Víctor por una millonada, presionar a Ter Stegen para que exagerara su lesión, y que la directiva avalara de su bolsillo.
Una directiva que trató de vender a Fermín al Chelsea con muchísima insistencia, pero que, por suerte para el Barça, no lo consiguió porque el jugador quiso quedarse y los ingleses no subieron su oferta. Por eso, acometer los fichajes de Joan García y Rashford ha sido un acierto total de Deco.
El portero experico está demostrando que es de aquellos guardametas que te ganan partidos cuando el equipo tiene un mal día en defensa. Y aunque el delantero del United fue la tercera opción por detrás de Nico Williams y Luis Díaz, está demostrando que era el mejor delantero del mercado en la relación calidad-precio. Esta temporada está a préstamo y el Barça tiene la opción unilateral de comprarlo en propiedad por 30 millones a final de temporada. Una ganga.
Hansi Flick también tiene su mérito. Hace mejores a todos los jugadores que pasan por sus manos. Rashford ofreció el pasado jueves su primera gran noche al barcelonismo con dos golazos en Newcastle y promete dar muchas más noches de gloria. El equipo ha demostrado que es mejor con Lamine Yamal, pero que sin él también se las apaña, callando las bocas de los que criticaban la “Yamaldependencia”.
El Barça jugará mañana contra el Getafe su segundo partido de liga en el Johan Cruyff, un estadio que no es de primera división, privando, nuevamente, a la mayoría de la masa social del club de poder presenciar los partidos de su equipo en casa. Además de esta falta de respeto al socio, jugar otro partido en el campo del filial supone un grave perjuicio económico al club, tanto como 8,4 millones de ingresos menos si tenemos en cuenta que la media de recaudación por partido de la temporada pasada en Montjuic fue de 2,8 millones de euros y que se han perdido en los dos partidos de Liga y en el Gamper por culpa de la negligencia de la directiva de abandonar el alquiler de Montjuic sin que la obra del Camp Nou estuviera entregada.
Como mínimo, hay que aplaudir que la directiva haya hecho la enésima rectificación en la política de precios y después de cobrarle al socio abonado las últimas dos temporadas, entre 42 y 78 euros por ver un Barça-Valencia en el Johan ha pasado a fijar los precios entre 11 y 37 euros por ver el Barça-PSG de Champions en Montjuïc, que es el precio proporcional al coste de lo que salen los partidos por el abona anual. Está claro, más que nunca, que el equipo de Flick sostiene al club, porque si miras el resto es todo bastante un despropósito.
El Barça de básquet perdió anoche frente al Joventut 80-81 y se queda fuera de la final de la Lliga Catalana por primera vez desde hace dieciocho años. Puede parecer solo un partido de pretemporada pero en realidad es la demostración del declive sufrido por la histórica sección porque los mismos incompetentes que llevan perpetradas unas cuantas temporadas de fracaso siguen al frente de la gestión. Lo de “perder tendrá consecuencias” también era mentira.