Hansi Flick es un entrenador de ciclos cortos. En el Bayern estuvo 19 meses y como seleccionador de Alemania, solo 2 años. En el Barça firmó por 2 temporadas y, tras ganar el triplete nacional en su primera temporada, extendió su contrato por una temporada más, cuando Laporta le quería atar por muchos más años.
Significa que Flick no está por estar, que no se acomoda en los cargos. Su alta exigencia no se lo permite. O gana o se irá. Por eso, la rajada que pegó en Vallecas debería poner en alerta a los dos grandes estamentos del club. Da la sensación que el alemán no tendrá mucho aguante si ve que la directiva, por una parte, y sus jugadores, por otra, no siguen su línea.
En sus recientes ruedas de prensa, el alemán ha dejado claro que no le han gustado ciertos asuntos gestionados desde el palco, como el maltrato institucional a Ter Stegen, o tener que empezar la temporada sin la plantilla acordada (por la marcha de Iñigo Martínez) y sufriendo hasta el último día de mercado por la posible venta de Fermín, intentada por la directiva por todos sus medios (en la reunión de la junta celebrada en agosto acordaron vender a un jugador para paliar su mala gestión económica), o padeciendo por las ya recurrentes y vergonzosas dificultades con las inscripciones.
Y, por otra parte, el técnico alemán, ha detectado un exceso de egos en el vestuario. Es inevitable deducir que, entre otros aludidos, se refería a Lamine Yamal. De hecho, tras el partido en Vallecas, el de Rocafonda reconoció que “debo mejorar y subir el nivel". "Nos ha faltado intensidad”, añadió. Por tanto, la versión del entrenador y del crack del equipo coinciden, por mucho que el delantero quisiera discrepar en su última entrevista.
Lamine Yamal debe decidir si quiere ser un jugador de highlights o el mejor jugador del mundo. Si quiere lo segundo, debe aumentar su liderazgo, y eso supone dar ejemplo dentro y fuera del terreno de juego, e implicarse más en tareas defensivas, no abandonar su trabajo de presión sin balón y no abusar del individualismo. El arriesgado esquema del Barça obliga a un sacrificio colectivo coordinado. Está muy bien que celebre los goles con el gesto de la corona, demuestra ambición y seguridad en sí mismo para convertirse en el nuevo rey del fútbol. Tiene talento para ello. Pero solo lo logrará si amplía el palmarés de títulos con el Barça. Y para conseguirlo debe trabajar con humildad y liderando con el mono de trabajo puesto y dando ejemplo.
Si su entrenador, que ve a sus jugadores entrenar y actuar cada día, empieza a detectar un problema de “egos” significa que hay alguno que debe bajar de las nubes y volver a arremangarse. De lo contrario, Flick seguirá aumentando el tono y disminuyendo sus posibilidades de marcar una época como entrenador del Barça.