Ego. Es la palabra que ha puesto de moda Hansi Flick al referirse al rendimiento bajo que ha tenido el equipo en este comienzo de temporada: “Los egos matan al éxito”, dijo el alemán.
Inmediatamente, me surge la pregunta de cuáles son los futbolistas del Barça actual que sufren ese sentimiento de autoestima excesiva. Previamente, no sé por qué he acabado pensando en Cristiano Ronaldo, quizás el líder de esta liga particular en la que seguramente algunos incluyan a Vinicius, al que no incluiría jamás porque su comportamiento genera de todo, menos aplausos.
Pero estamos entre culemaníacos y prefiero hablar de los nuestros. Creo sinceramente que de los tres últimos grandes equipos que han llenado de prestigio al Barça resulta difícil encontrar futbolistas egocéntricos. Si pienso en el Dream Team, que dirigió Johan Cruyff, no encuentro a Ronald Koeman o Hristo Stoichkov pendientes de su identidad, quizás porque tenían un entrenador que los superaba en casi todo y era tarea difícil quitarle ese rol. Pero si encuentro algún componente parecido en Romário. Él era chulo, hasta con Cruyff. Recuerdo aquella respuesta tras recibir un consejo del entrenador que decía: “Tú no eres mi padre”, y se quedó tan campante.
Si hablamos de chicos de la casa no aprecio un “yo soy especial” en Xavi, Iniesta, Messi o Puyol. Puede que Piqué sí que sintiera en algún momento superior al resto, pero más por su condición de guapo y afortunado, que estaba emparejado con toda una mujer como Shakira, que lo llamaba desde Berlín y le decía: “Si quieres te paso a buscar en mi jet, pasamos el día en París y luego te regreso a Barcelona”, o algo así.
Y hoy en día, puede que esta nueva generación que lo tiene casi todo para lucirse con las nuevas tecnologías puedan sentirse superiores al mundo. Admiro lo que hace Lamine en sus fiestas porque ellos, como todos nosotros, perdieron con la pandemia dos años importantes de su vida juvenil. Pero lo que no deben olvidar Lamine, Pedri, Gavi, Raphinha es que para sentir ego de verdad hay que ganar antes muchos títulos.
Están en la vía, pero ya deben saber lo que pasó con el último Balón de Oro. Había uno que pensaba que era de él. Pues no, fue para Rodri, totalmente humilde en su compostura como persona y futbolista.