A finales del pasado mes de mayo escribimos sobre el paralelismo entre Terry Venables, el entrenador inglés que en 1984/85 terminó con la sequía de 11 años sin ganar el Barça la Liga, y Hansi Flick, a cuento del sistema del fuera de juego que ambos emplearon para sorprender a los rivales y ganar la Liga con holgura en su primer año en el banquillo azulgrana.

Venables comenzó su singladura con un 0-3 en el Bernabeu, ante un Real superado por dicho sistema. Fue aquel, el primer partido oficial sin Maradona, cuyo traspaso debía mermar el potencial del equipo, según opinión generalizada. Flick, ya entrada la Liga, logró un 0-4 con un fuera de juego, acompañado de un pressing férreo, que sus jugadores interpretaron a la perfección, como demuestran los 12 fueras de juego provocados al rival en aquel encuentro, 8 de ellos con Mbappé como invitado.

Lo que no dijimos en su día fue que Venables persistió en el sistema en la Liga siguiente y la cosa acabó mal, con la derrota en la final de la Copa de Europa ante el Steaua Bucarest y el segundo puesto en la Liga, con 45 puntos (entonces se daban 2 por la victoria), a 11 del Real Madrid, que fue campeón.

La diferencia en prestaciones fue notable: de marcar 69 goles se pasó a 61 y de encajar 25 se pasó a 36. En resumen, 8 goles menos a favor y 11 más en contra.

¿Qué ocurrió? Pues nada más y nada menos que Venables porfió con la táctica del fuera de juego sin introducir modificación alguna y los demás entrenadores supieron cómo contrarrestarle. Desapareció el factor sorpresa, los jugadores perdieron confianza, hubo nervios en el campo y en el banquillo y la cosa acabó no mal, sino peor. Porque, además de la Liga y de la Copa de Europa, se perdieron la Copa del Rey y la Supercopa de España. Solamente se ganó la cuarta y última edición de la efímera Copa de la Liga, en una temporada agotadora con casi 70 partidos oficiales.

Salvando las distancias, este precedente debiera ser objeto de meditación por parte de Flick. No queremos ni intentamos enmendar su trabajo, pero sí exponerle lo que ocurrió hace casi 40 años en circunstancias similares. Aunque los partidos de pretemporada no sirven para extraer conclusiones, bueno es fijarnos en el detalle de que dos de los tres goles encajados ante el Seoul CF fueron consecuencia de sendas roturas del fuera de juego. Hasta en Corea del Sur saben cómo replicar dicha táctica, lo que puede ser el talón de Aquiles del equipo en la presente temporada. 

Una norma elemental de prudencia aconsejaría rebajar el número de metros que se conceden a espalda de la defensa, aunque eso implique perder la referencia de la línea del centro del campo, que ayuda no poco a los defensas en esa tarea. En la temporada pasada se encajó más de un gol por partido de promedio, lo que se compensó largamente con los 102 goles marcados.

Echen una ojeada al último (¿último?) encuentro de Liga en Montjuïc contra el Villarreal, que ganó por 2-3 con contrataques de manual y con solamente tres disparos entre los tres palos… aunque rompiendo el fuera de juego en demasiadas ocasiones. Marcelino García Toral nos ofreció un aperitivo del antídoto que él y sus colegas habrán preparado para contener al campeón de Liga.

Unas declaraciones de Cubarsí tras el encuentro de Seúl arrojan algo de luz sobre el próximo proyecto de Flick. El joven defensa azulgrana señaló que defensivamente se moderarán los riesgos y que el sistema del fuera de juego no será tan exagerado como la pasada temporada. Ojalá sea así. Quizá no se lleguen a los 174 fueras de juego provocados (promedio de 4,6 por partido) por la defesa azulgrana en la pasada Liga, pero se ganará en seguridad, tranquilidad y de paso, con la imprescindible presión tras pérdida, se abortarán los antídotos que los colegas de Flick estarán preparándole. Que no se repita la historia de Venables.