Jaume Collboni durante la celebración del Barça Femenino 3Cat
El intercambio de favores entre Laporta y Collboni que aceleró el regreso del Barça al Camp Nou
El club azulgrana volvió a su casa la misma semana que Catalunya se enfrentó a Palestina en el Olímpic Lluís Companys
Más información: Las obras pendientes de Limak para acabar la reforma del Camp Nou
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El regreso del Barça al Camp Nou ha disparado la felicidad de la afición barcelonista y de su presidente, Joan Laporta. Más de 45.000 espectadores presenciaron el partido de Liga contra el Athletic, muy emotivo por la vuelta a casa. La llegada al estadio fue escalonada y mucho más lenta fue la evacuación, con espacios muy reducidos, sobre todo en la zona de Lateral.
El lunes 17 de noviembre, el Barça anunció que el partido contra el Athletic se disputaría en el Camp Nou. El Ayuntamiento de Barcelona, liderado por el socialista Jaume Collboni, concedió la esperada licencia 1B que permitía abrir la grada de Lateral. El aforo del estadio era de 45.401 aficionados y Laporta puso unos precios estratosféricos. La entrada más barata costaba 199 euros, con un descuento de solo el 20% para los socios.
Los obstáculos
Los técnicos municipales, molestos en los últimos meses por las constantes presiones del Barça, aprobaron la última petición del Barça con una celeridad inusual. A algunos aficionados sorprendió su decisión, por los muchos obstáculos que se encontraron el pasado sábado para acceder a sus asientos.
Barça vs Athletic Spotify Camp Nou Barcelona
Grúas, baches, vallas y más vallas. El aspecto exterior del Camp Nou no era el ideal para disputar un partido oficial. Sin embargo, Laporta obtuvo el permiso del Ayuntamiento que facilitaba su regreso definitivo al estadio barcelonista.
Catalunya contra Palestina
La licencia 1B llegó, curiosamente, un día antes de que Catalunya se enfrentara a Palestina en el Olímpic Lluís Companys. El Barça se desmarcó de este partido; no quería que se vinculara al club con un estadio que había sido su casa en los dos últimos años.
La grada del Estadi Lluís Companys celebra el gol de Palestina contra Catalunya FCF
El Catalunya-Palestina en Montjuïc era un amistoso incómodo por el Barça, económicamente en manos de Goldman Sachs. Este poderoso grupo de banca de inversión, con capital judío, facilitó que el club que preside Joan Laporta pudiera abordar la transformación del Camp Nou, al liderar una aportación de 1.450 millones de euros.
Spotify y el PSOE
El patrocinador principal del Barça, Spotify, también mantiene una estrecha relación con el Gobierno de Israel. El conflicto con Palestina ha salpicado al Barça, cuya postura contrasta con el rechazo frontal del Ayuntamiento de Barcelona a la política exterior de Israel.
La fachada del Camp Nou antes de las obras, con el patrocinio de Spotify FCB
Collboni, como otros dirigentes del PSC y del PSOE, ha denunciado "el genocidio de Israel con el pueblo palestino". El alcalde de Barcelona se posicionó a favor de que el partido amistoso de Catalunya contra Palestina se jugara en Montjuïc, con una capacidad máxima para 55.000 espectadores. El encuentro reunió a algo más de 30.000 aficionados.
Collboni y Ceferin
Laporta, según algunas fuentes, aprovechó la coyuntura para presionar al Ayuntamiento de Barcelona para obtener la licencia 1B que le permitiera jugar al Barça en el Camp Nou ante 45.401 espectadores. Curiosamente, el presidente barcelonista también recibió el visto bueno de la UEFA para volver a su casa.
Laporta, Ceferin y Al-Khelaifi Redes
En los últimos meses, Laporta pasó de defender la Superliga, el torneo que amenaza "el monopolio" de la UEFA en el fútbol europeo, a flirtear con su presidente, Aleksander Ceferin. Con esta maniobra, y su presión al Ayuntamiento de Barcelona, el Barça ya se ha instalado en el Camp Nou, un estadio que está en obras desde verano de 2023 y que no estará totalmente terminado hasta finales de 2027 o principios de 2028. A partir de entonces, la entidad espera ingresar 400 millones de euros anuales por la explotación del campo, una cifra muy interesante para un club que vive con la soga al cuello por culpa de una economía de guerra.