La celebración desmedida de Joan Laporta, presidente del FC Barcelona, tras recibir la cautelarísima para las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor, puede salirle cara. El máximo dirigente del Barça se desgañitó en el palco del estadio King Abdullah Sports City en Yida. El abogado catalán no dirigió precisamente muestras de cariño hacia los directivos de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) presentes en las gradas.
Tampoco dedicó halagos a los presidentes de las federaciones territoriales durante las semifinales de la Supercopa. Jan se pasó de frenada con la euforia, en un espectáculo que algunos equipararon con el esperpento de Luis Rubiales en Australia durante la final del Mundial Femenino de 2023. Ahora, el ente federativo sopesa abrirle un expediente disciplinario que podría culminar con la inhabilitación.
Insultos
El corte de mangas lanzado al aire tras conocer la buena nueva del Consejo Superior de Deportes (CSD) no puede acarrear sanción, puesto que es imposible descifrar el destinatario del gesto. No así los graves insultos desvelados por medios como la Cope y el diario Marca. Mientras abrazaba efusivamente a Olmo y Pau Víctor, Laporta gritaba "hijos de p*ta".
Una vez sentado en su butaca de lujo, el máximo mandatario de la entidad barcelonista les habría preguntado quiénes eran a los directivos de la RFEF y los presidentes de las federaciones territoriales presentes. Sin pelos en la lengua, Jan les espetó: "Sinvergüenzas".
Directivos indignados
Rafael Louzán, sucesor de Pedro Rocha en la presidencia de la Federación, se perdió la función, ya que se hallaba reunido con los árbitros. Aun así, el empresario gallego se vio obligado a pedir perdón en encuentros posteriores con los equipos no profesionales en Yida. Además, según varias informaciones, habría calificado de "inadmisible" el comportamiento de Laporta.
Solo se trata de una posibilidad sobre la mesa, pero la indignación de los directivos de la RFEF tras la explosión del presidente azulgrana puede degenerar en un expediente sancionador. Para ello, tendría que designarse un instructor que gestionara el caso, como ya ocurriera antaño con Luis Rubiales.
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