Hansi Flick, el contrapunto de Laporta que calma la ansiedad del Barça
- El sentido común del técnico alemán es muy bien recibido en un equipo que va al límite
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El FC Barcelona es una montaña rusa. Sube y baja descontroladamente. En Mallorca, el equipo frenó su caída e inició un nuevo ascenso. Con Marc Casadó en el campo, el Barça es mucho más fiable. Todas las piezas encajan bien, el balón circula con más velocidad y el fuera de juego funciona perfectamente. El día que descansó Lewandowski, marcó Ferran Torres, pero fueron Raphinha y Lamine Yamal quienes dibujaron una goleada terapéutica para Hansi Flick y, sobre todo, para Joan Laporta.
El Barça es un club con urgencias e indescifrable. Un mes está pletórico y al siguiente amenaza ruina. En julio, Flick aseguraba que no sabía que era el entorno. Cuatro meses después, seguro que ya sabe de qué va la película. En Barcelona, todo se exagera y su cordura es la mejor receta para calmar al impulsivo Laporta.
Presión y mentalidad ganadora
Flick es un hombre de pocas palabras y muchos tópicos, pero sabe transmitir los mensajes. Lo hace sin acritud, pero dejando las cosas claras. En los últimos partidos, el técnico se había quejado de la actitud de sus futbolistas. Había detectado mucha relajación y sabe que el Barça actual, con todas sus carencias, solo funciona bien si va al límite.
El lunes, en la rueda de prensa previa al Mallorca-Barça, Flick había pedido "presión y mentalidad ganadora". En Son Moix, el equipo arrancó bien, pero luego encalló. Con o sin bronca en el descanso, el grupo azulgrana rescató su mejor versión en la segunda parte.
Raphinha y Lamine
El Barça presionó bien y tuvo pegada. Raphinha, que había fallado una clara ocasión de gol en la primera parte, se redimió en la segunda. Fue el líder que necesitaba Flick. También estuvo inspirado Lamine, que provocó un penalti y regaló dos goles.
Flick fue sensato, pero también se la jugó al dar descanso a Lewandowski. Incluso sopesó dejar en el banquillo a Raphinha, pero el delantero brasileño no dosifica sus esfuerzos. En Mallorca volvió el Barça de Girona y Madrid en algunos instantes. Cuando reduce espacios y asfixia al rival, todo es más fácil y muchos jugadores todavía están, físicamente, como una moto.
Personalidades distintas
La coherencia de Flick es necesaria en el Barça de Laporta. Son el día y la noche, pero se complementan perfectamente. El técnico es metódico en grado superlativo y el presidente vive al día, a salto de mata, buscando dinero por cualquier sitio y cargándose la Grada d'Animació porque prefiere el dinero de los turistas que la fidelidad de los socios.
A Laporta le va la marcha. No tolera la crítica y no le importa que el estadio sea un cementerio, convencido como está de que él puede con todo. Su felicidad, no obstante, depende en gran parte de la gestión de Flick, a quien se encomendó tras despedir a Xavi como tratamiento de choque para reactivar a un equipo deprimido.
Sibilino Flick
El Barça es un club con una historia única, pero el presente retrata también sus miserias. Las plantillas (fútbol, baloncesto...) son cortas porque no hay dinero y el castillo de naipes puede desmoronarse en cualquier momento. La suerte del presidente es que tiene un capataz muy válido. En los días que está más enojado, Flick ensalza a los futbolistas con los que está más satisfecho en lugar de señalar al resto. Es así de sibilino. El contrapunto de Laporta para calmar la ansiedad del Barça.