Josep Lluís Núñez fue, posiblemente, el presidente que mejor entendió la importancia de las secciones profesionales en el Barça. Los éxitos del basket, del balonmano y del hockey sobre patines fueron el mejor calmante en los años horribles del fútbol. Joan Laporta, un presidente muy futbolero, nunca ha tenido una buena conexión con el Palau Blaugrana y delega en Juan Carlos Navarro la fórmula para solucionar la actual crisis.
A Laporta le explotó la primera crisis del Palau en 2004. Meses antes, el Barça había ganado la Liga ACB tras derrotar a Estudiantes en la final. Svetislav Pesic chocó con Valero Rivera, nombrado director de las secciones, y el presidente se cargó al técnico serbio. Juan Montes, el descubridor de Navarro y Pau Gasol, fue su sustituto en una temporada que comenzó muy crispada y acabó con malas sensaciones.
Las crisis de la primera etapa
El máximo dirigente del Barça escuchó más que pitos en el Palau y se encomendó a Zoran Savic y Dusko Ivanovic para solucionar las tensiones del Palau. El problema subió de tono por la falta de conexión del técnico de Montenegro con el equipo y la afición barcelonista.
La segunda medida que adoptó Laporta fue el fichaje de Joan Creus como director deportivo y de Xavi Pascual como entrenador. El equipo mejoró sus prestaciones, recuperando su dominio en España y ganando la Euroliga en 2010. La segunda del Barça.
Jasikevicius y Mirotic, fuera
Laporta cerró su primer ciclo como presidente del Barça en 2010. Once años después arrasó en unas elecciones marcadas por los malos resultados deportivos del equipo y las pérdidas del club, debidas mayoritariamente al impacto del coronavirus. En el Palau, no obstante, contaba el Barça con un gran entrenador de baloncesto, Sarunas Jasikevicius, y el mejor jugador de Europa, Nikola Mirotic.
El Barça de basket ganó las Ligas de 2021 y 2023, pero falló en la Euroliga. La decepción europea fue la excusa perfecta de Laporta para fulminar a Mirotic, alegando que el ala-pívot serbio cobraba 11 millones de euros brutos por temporada. A Jasikevicius, mientras, no le quiso renovar su contrato a menos que se rebajara el salario de forma drástica.
Renovación errática
Laporta transformó un equipo ambicioso y ganador en otro indescifrable, con el novato Roger Grimau como entrenador y un fichaje tan caro como errático: el de Willy Hernangómez, quien firmó un contrato por tres temporadas a cambio de 12,5 millones de euros. En plena crisis económica, el Barça también pagó traspaso por Joel Parra y Darío Brizuela, dos actores muy secundarios.
Obsesionado con la herencia de Bartomeu, Laporta se cargó a Mirotic, un jugador que apenas ganaba dos millones más que Iñigo Martínez, uno menos que Ansu Fati y cinco menos que Lenglet. En apenas un año, el Barça pasó de arrollar al Real Madrid en la final de la Liga ACB (3-0) a ser destrozado por el mismo equipo (0-3) en las semifinales de la misma comparación.
Delega en Navarro y Cubells
Laporta, con el Palau otra vez en pie de guerra, ha pedido cambios a Navarro. El máximo dirigente ha delegado toda la renovación del equip en el manager general y en su directivo responsable, Josep Cubells, tras fracasar en el intento de fichar a Xavi Pascual, su técnico favorito. Y ambos lo apostaron todo en Mario Hezonja y luego cambiaron de objetivo cuando el alero croata expresó su agradecimiento al Real Madrid tras ganar la Liga ACB.
Navarro cortó con Hezonja y activó el fichaje de Kevin Punter, a quien ya quiso hace un año. El escolta norteamericano y la contratación de Joan Peñarroya, un técnico de perfil medio con un currículo muy discreto, serán los grandes cambios. Las otras incorporaciones, salvo sorpresa, serán jugadores de medio pelo, desconocidos, posiblemente, por el gran público, como Dylan Osetkowski, un jugador que destaca especialmente por su contudencia defensiva. Su tarjeta de presentación no invita al optimismo, pero Laporta, si acaso, pasará factura dentro de un año.