Joan Laporta fichó a Xavi Hernández como entrenador del Barça más por necesidad que por convencimiento. El presidente había descartado su contratación en mayo de 2021, tras comunicarle a Ronald Koeman que le buscaba un sustituto, alegando entonces que estaba “muy verde”. Seis meses después, Laporta cambió el guion y contrató a Xavi, a quien ratificó hace un mes como técnico azulgrana. Hoy, sin embargo, el entrenador azulgrana está contra las cuerdas y la próxima semana podría certificare su destitución. Un despido que costaría dinero, como su contratación.
En verano de 2021, Xavi esperó al Barça. Su contrato con el Al-Sadd había caducado y suspiraba por regresar al Camp Nou. Siempre había dicho que soñaba con dirigir al equipo azulgrana, pero Laporta, entonces, no estaba por la labor. Recordaba que Xavi formó parte de la candidatura de Víctor Font en las últimas elecciones presidenciales.
Renovación con el Al-Sadd
Xavi no fue tentado por Laporta. No hubo sondeo y, mucho menos, oferta. Dolido, el técnico renovó su contrato con el Al-Sadd, que fijo una cláusula de rescisión de cinco millones de euros. En Barcelona, mientras, Koeman iniciaba su segunda temporada como máximo responsable deportivo del primer equipo. Eso sí, con su autoridad cuestionada por el mismo Laporta.
A finales de octubre de 2021, Laporta despidió a Koeman en el aeropuerto de Madrid. El Barça había perdido con el Rayo y el presidente estaba muy preocupado por los malos resultados del equipo. Con la soga al cuello, el máximo dirigente optó por Xavi. El problema es que tenía contrato con el Al-Sadd.
El papel de Echevarría
Alejandro Echevarría, excuñado de Laporta y persona sin cargo, pero con mucha influencia sobre el presidente, medió entre el presidente y Xavi. Tendió nuevos puentes y el entrenador se mostró receptivo con el interés del Barça. Aseguró que haría todo lo posible para desvincularse del Al-Sadd, pero también comunicó que su rescisión sería costosa.
Con Sergi Barjuan como técnico interino, Xavi renunció a parte de su salario para indemnizar al Al-Sadd. Laporta no quiso desplazarse a Qatar, pues entonces mantenía un discurso muy crítico con el país del Golfo Pérsico que después cambió por la necesidad de encontrar nuevos patrocinadores.
La revolución de Xavi
Entre el Barça y Xavi asumieron la cláusula del técnico, que avanzó la gran revolución en el equipo. Una revolución que, sin embargo, no contó con grandes medios. Laporta, no obstante, invirtió 55 millones de euros en el fichaje de Ferran Torres, más allá de otras operaciones mucho más económicas.
En verano de 2022, Laporta y Xavi tenían buena sintonía. Entonces, el presidente activó las famosas palancas y el Barça pudo fichar a Christensen, Kessié, Lewandowski, Raphinha, Koundé, Bellerín y Marcos Alonso.
La Supercopa y la Liga
El Barça ganó la Supercopa de España y la Liga en 2023 y Laporta quería más. Quería la Champions, pero ese verano no tenía dinero para más fichajes. Entonces solo invirtió 3,4 millones de euros por Oriol Romeu, siendo el club de los 32 de la Champions que menos gastó en el mercado de verano.
Con la exigencia muy alta y la caja vacía, el Barça inició el curso con muchas dudas. Pronto llegaron las curvas, las primeras derrotas contra el Real Madrid y el Girona, y Laporta se distanció de Xavi. También su entorno más próximo, que filtraba su malestar con el técnico. El mal rollo aumentaba y pudo estallar el 27 de enero, tras la humillante derrota contra el Villarreal (3-5), pero Xavi anunció su dimisión en diferido para evitar su despido.
Las opciones
Xavi movió muy bien su ficha y ganó tiempo. Laporta, mientras, dudó. No encontró en el mercado una alternativa que le sedujera más. Sin poder fichar a Pep Guardiola, Luis Enrique, Mikel Arteta o Jürgen Klopp, meditó tres opciones: Rafa Márquez, del Barça B, Hansi Flick, actualmente sin equipo, y Roberto de Zerbi, del Brighton.
Laporta sondeó varias opciones, pero no cerró ninguna. Y, sorprendentemente, y en contra de la opinión de la mayoría de directivos, anunció la continuidad de Xavi hace cuatro semanas. Poco después, el Barça fue zarandeado por el Girona (4-2) y el amor se desvaneció de nuevo. El problema es que la ruptura, ahora, sería costosa: entre 15 y 20 millones de euros. Un pastizal que pudo ahorrarse el máximo dirigente hace menos de un mes.