Joan Laporta es una persona muy impulsiva. Tal vez, demasiado. El mismo día que se planteaba comunicarle a Xavi Hernández que dejaría de ser el entrenador del Barça al acabar esta temporada, acabó abranzándose con él y anunciando su continuidad hasta el 30 de junio de 2025. Desde entonces, las cosas han empeorado tras la derrota en el campo del Girona y el próximo proyecto arrancará con muchas más dudas internas en un club lastrado por su delicada situación económica.
El Barça vive tiempos convulsos. Inciertos. El club está mustio y el equipo, tocado y casi hundido. Con un presente gris, tampoco se vislumbra un futuro mucho mejor. Laporta vive al día, sin planificar los grandes asuntos y cambiando constantemente de opinión. Ya sea con Xavi, con el Espai Barça o con Nike. Igual que hizo al principio de su mandato con Messi, Koeman o la necesidad de tener un director general, figura que está vacante desde la dimisión de Ferran Reverter en febrero de 2022.
Esta situación está generando dudas a nivel interno y una cierta crispación entre una junta directiva, y una cúpula ejecutiva, donde ven que Laporta ya no es el líder que fue antaño. Maneja con cintura su relación con los medios y domina el relato, pero sus decisiones generan cada vez más decepción entre sus adeptos, que se sienten con menos fuerza, ni argumentos, que antes para defenderlo.
Dimisiones importantes
En la junta directiva no hay grandes tensiones, porque todos, o casi todos, asumen que la autoridad del máximo dirigente es sagrada. Y quienes no han aceptado la actual gobernanza de la entidad han salido por patas. Significativas y preocupantes han sido las renuncias de ejecutivos como el propio Ferran Reverter y Maribel Meléndez. También de directivos como Jordi Llauradó, responsable del Espai Barça, y Eduard Romeu, vicepresidente económico. Sin olvidar la oscura salida de Mateu Alemany, unos meses después de confirmar su continuidad en el club. ¿Pasará lo mismo con Xavi?
Laporta presume de ser un presidente presidencialista y de gestionar el Barça como si de un negocio familiar se tratara. Escucha pero cada vez delega menos. Nadie sabe hacia dónde va el club, con una deuda de 1.200 millones de euros, el límite salarial muy excedido, un equipo impotente ante los mejores rivales y un entrenador que no convence a la dirección deportiva ni a muchos futbolistas. Tampoco a la totalidad de la junta directiva ni a la afición.
Echevarría, el gran asesor
El Barça está en manos de Laporta y Laporta, sin Johan Cruyff como asesor externo, hace caso a su excuñado, Alejandro Echevarría. No es directivo ni tiene cargo, pero sus consejos son casi siempre asumidos por el presidente. Echevarría, por ejemplo, fue la persona que defendió la continuidad de Xavi como entrenador del primer equipo, junto al vicepresidente económico, Rafa Yuste.
A diferencia de su primera etapa como presidente del Barça, con un Laporta rodeado inicialmente de directivos muy potentes como Sandro Rosell, Josep Maria Bartomeu, Ferran Soriano, Marc Ingla y Javier Faus, entre otros, el máximo dirigente gestiona los grandes asuntos del club. No ha tenido gran éxito en la búsqueda de nuevos patrocinadores en Estados Unidos y Oriente Medio, y ha impuesto su criterio en las grandes decisiones del Espai Barça.
El nuevo Camp Nou
La reforma del Camp Nou avanza lentamente. Laporta reitera su deseo de que el Barça vuelva a su casa en diciembre, pero cada vez hay más dudas de que Limak pueda cumplir los plazos marcados hace un año. El proyecto actual, además, ha sufrido varias modificaciones. Un día se dice que el nuevo Camp Nou tendrá un videomarcador de 360 grados y luego se descarta por motivos económicos. También los palcos o localidades de alto standing van cambiando por la imperiosa necesidad de Laporta de recaudar dinero lo antes posible.
Los malos resultados de las últimas semanas han tenido un efecto devastador en el Barça. El club está en manos del equipo y todos saben que el curso acabará mal. O muy mal. Sin un título para el equipo de fútbol y con la necesidad de vender a una o dos estrellas para cuadrar las cuentas del curso actual. Después habrá más salidas y algún fichaje. Xavi quiere futbolistas de primer nivel, pero Deco, su director deportivo, trabaja también con opciones mucho más económicas.
Las prioridades de Xavi
El gran objetivo de Xavi es fichar a un mediocentro. Ha pedido a Martín Zubimendi (Real Sociedad) o Joshua Kimmich (Bayern de Múnich), cuyo precio rondaría los 60 millones de euros. Hace un año contactó personalmente con ambos, hasta que Deco le comunicó que se olvidara de ellos porque no había dinero en la caja. El máximo ejecutivo deportivo, curiosamente, tiene ahora atado a Guido Rodríguez, centrocampista del Betis que acaba contrato el 30 de junio y que llegaría con la carta de libertad. Futbolísticamente, sus prestaciones son muy inferiores.
Xavi también suspira por Bernardo Silva, quien puede irse del Manchester City si algún club paga 58 millones de euros. El medidapunta portugués es el sueño eterno del técnico de Terrassa. Desde el Barça, mientras, se especula con una posible cesión de Xavi Simons, cedido esta temporada por el PSG al Red Bull Leipzig. Otros nombres que suenan son los de Alex Baena y Aleix García.
El Barça de 2024 es un club poco fiable. No tiene capacidad para dar un golpe sobre la mesa capaz de solucionar sus problemas. Y Laporta, tan atrevido como vehemente, improvisa soluciones sobre la marcha.