Joan Laporta pasará a la historia del Barça como el presidente que transformó el Camp Nou. Bajo su segundo mandato han comenzado las obras de remodelación del estadio, a la espera todavía de la licencia definitiva para levantar la tercera grada. Su coste, cifrado en 2.820 millones de euros con los intereses, puede marcar el futuro económico de una entidad que vive al límite y que confía en el Espai Barça para revertir la situación actual.
El Camp Nou es, hoy, una ruina. En verano, las grúas demolieron la tercera grada que construyó el expresidente Josep Lluís Núñez con motivo del Mundial de 1982. Dos años antes, el actual mandatario ya tenía en mente un Camp Nou distinto al que había diseñado Nikken Sekkei bajo la supervisión del también expresidente Josep Maria Bartomeu.
El primer proyecto de Nikken Sekkei contemplaba la transformación de la primera grada y la culminación de la tercera. El actual, en cambio, mantiene la zona baja del Camp Nou y la construcción de una grada totalmente nueva y dos anillos de palcos.
El coste del Espai Barça
El coste del Espai Barça, que también contempla la construcción del nuevo Palau Blaugrana y el reordenamiento del entorno del estadio, ha pasado de los 815 millones de 2020 a los 1.500 millones actuales. El acuerdo de financiación, liderado con Goldman Sachs, se cerró tras muchos meses de negociaciones y exigencias del fondo de inversión estadounidense.
Laporta sostiene que su Camp Nou es "mucho más sostenible" que el de Bartomeu. También argumenta que no deberá recolocar a 12.000 abonados al mantener la estructura de la primera grada. Su proyecto, sin embargo, ha arrancado con muchos problemas y dimisiones.
La elección de Limak
Más allá de las dudas iniciales, la elección de Limak, una constructora turca con reconocimiento internacional mínimo, fue muy controvertida. Jordi Llauradó, entonces directivo responsable del Espai Barça, presentó su dimisión.
Llauradó no ha sido el único alto cargo que se ha bajado del Barça. Jaume Llopis, muy crítico con la gestión de Laporta, y José Elías, avalador en 2021, también se retiraron de la comisión del Espai Barça. Ramon Ramírez y ahora Àlex Barbany, director ejecutivo, son las otras bajas motivadas por las tensiones suscitadas con el proyecto más ambicioso de la entidad en el siglo XXI.
El plan de Bartomeu
El Barça, con Bartomeu de presidente, contemplaba inicialmente que las obras de remodelación del Camp Nour durarían cuatro años. El primer equipo de fútbol jugaría siempre en su estadio, con limitaciones de aforo.
Laporta, en cambio, apostó por avanzar las obras a cambio de que el primer equipo se trasladara al Olímpic Lluís Companys. Su capacidad actual es de 49.000 espectadores, la mitad que el Camp Nou.
Pocos abonados
La junta directiva del Barça reservó inicialmente 27.000 asientos para los 80.000 abonados que tiene el club. Sorprendemente, solo 17.000 retiraron su carnet, mucho más económico que el de la temporada anterior después de que Laporta ordenara una rebaja del 50% al precio fijado inicialmente.
En Montjuïc, el Barça pone a las venta unas 30.000 entradas por partido. De momento, la asistencia de espectadores roza o supera los 40.000 espectadores por encuentro, pero muchos socios se han quejado de las incomodidades que supone subir al estadio.
Robo de motos
El Ayuntamiento de Barcelona ha prohíbido el acceso a Montjuïc en coche privado. Los aficionados sí pueden ir al estadio en moto, tras habilitar un aparcamiento para 3.500 unidades. El problema es que deben andar unos 15 minutos por una zona poco iluminada.
El pasado sábado, a la finalización del partido entre el Barça y el Celta, decenas de aficionados del Barça denunciaron que les habían robado sus motos.
Incidentes contra el Amberes
Los Mossos d'Esquadra y el Barça, mientras, quieren reforzar las medidas de seguridad para frenar los robos y evitar incidentes entre seguidores barcelonistas y de los equipos rivales. El pasado martes, los aficionados del Amberes encendieron varias bengalas y se encararon con los mossos durante el ascenso a Montjuïc. Hubo seis policías heridos.
Montjuïc no es el Camp Nou y, de momento, los aficionados del Barça se toman con paciencia sus llegadas y salidas al estadio olímpico. El tiempo todavía acompaña. Otra cosa será cuando haga frió, porque bien saben los aficionados del Espanyol que el Lluís Companys no es un estadio confortable.