Los motivos de Infantino y la FIFA para mirar a otro lado con el Mundial de Qatar
El máximo estamento del fútbol internacional tiene importantes intereses en Oriente Medio
21 noviembre, 2022 23:54Hasta ahora, simplemente habían guardado silencio. Desde que empezó el Mundial de Qatar 2022, no obstante, los altos mandos de la FIFA están defendiendo a capa y espada la imagen del país árabe, aunque eso signifique contradecir protestas justificadas a favor de los derechos sociales y la libertad de las mujeres. "Poderoso caballero es Don Dinero", decía Quevedo. Cuatro siglos después, el verso puede aplicarse con la misma facilidad.
Gianni Infantino y sus pesos pesados tienen serios motivos para mirar a otra parte. Es más, el regulador del fútbol mundial está de celebración. Ha conseguido incrementar en 1.000 millones de dólares los ingresos generados durante el ciclo de Rusia 2018. La lluvia de billetes se debe, en buena medida, al incremento del valor de los derechos audiovisuales en algunos mercados, así como al aumento de patrocinadores regionales.
El Mundial de Qatar, un negocio faraónico
Cuando termine el Mundial de Qatar a mediados de diciembre, la FIFA habrá facturado 7.500 millones de dólares --unos 7.265 millones de euros-- debido al sold out de los 14 grandes activos comerciales en venta para el evento futbolístico. Más que nunca. No es de extrañar que Infantino haya decidido coger la escoba, esconder la suciedad bajo la alfombra y dejarse llevar por la opulencia exótica.
¿A quién le importan la moralidad, los derechos LGTBI o la libertad de las mujeres? Con el dinero fluyendo a espuertas, apartar la mirada ha sido un regate fácil para la FIFA. “El Mundial es un éxito. Las colaboraciones abarcan múltiples sectores y cubren paquetes de derechos que van desde una amplia exposición de marca y digital, hasta ofertas diseñadas para iniciativas específicas de participación de los aficionados y clientes”, apuntan desde el organismo futbolístico.
Años dorados para la economía de la FIFA
Gracias a la celebración del Mundial en Qatar y no en otro país de otro continente, la FIFA ha apuntado a su lista de socios comerciales a Qatar Airways y Qatar Energy, aerolínea y energética pública del estado de Oriente Medio. En la última década --desde que se decidió la sede de la Copa del Mundo 2022--, ambos han gastado más de 200.000 millones de dólares en adecuar el país para acoger la gran cita deportiva.
Les acompañan otros patrocinadores históricos, como Coca-Cola y Adidas. El próximo Mundial de 2026 será en Norteamérica --Estados Unidos, México y Canadá--, lo que impulsa todavía más el interés y caché de las marcas de la región en el campeonato. Son años dorados para la FIFA en cuanto a ganancias económicas, puesto que sponsors como YouTube y Visit Las Vegas también han aparecido como socios regionales.
“Es fantástico forjar colaboraciones tan fructíferas con nuestros patrocinadores para este increíble espectáculo: el Mundial de la historia en Oriente Medio”, ha dicho el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en los últimos días. Parece no importarle que esta Copa del Mundo vaya a pasar a la historia como la que ha acogido más polémicas, y eso que acaba de empezar.
Prohibiciones, restricciones y oídos sordos
El último escándalo represivo ha sido el veto del propio estamento regulador a que los jugadores luzcan brazaletes arcoíris en los partidos. Quien lo haga, será castigado con tarjeta amarilla, expulsión o puede que suspensión. Una amenaza deportiva que ha causado un gran revuelo en las redes sociales, y que está dejando la imagen de la FIFA por los suelos --aún más-- en cuestión de días.
A pesar del esfuerzo de ciertas organizaciones, como Amnistía Internacional, no se ha logrado evitar que Infantino y compañía hagan oídos sordos. El rosario de restricciones sociales, la crisis que vincula a los trabajadores migrantes, la ausencia de derechos de las mujeres y la comunidad LGTBI... Es como si nunca hubieran existido o vivieran en una realidad paralela.
Cierto es, sin embargo, que ya se había mirado a otro lado cuando Sudáfrica 2010 provocó migraciones forzadas para construir los estadios y 'decorar' el país, o cuando se olvidaron también de los derechos LGTBI en Rusia 2018. Qatar 2022 es más de lo mismo, aunque esta vez a lo grande. Un día más en la oficina para una FIFA que, según parece, se ha inmunizado ante las críticas.