Vinicius celebra su intervención en el primer gol del Real Madrid contra el Valladolid / EFE

Vinicius celebra su intervención en el primer gol del Real Madrid contra el Valladolid / EFE

Real Madrid

Vinicius alumbra la profunda oscuridad de un Real Madrid deprimente

Los blancos se imponen al Valladolid en los instantes finales

3 noviembre, 2018 18:12

Cojones” es lo que pedía Santi Solari a sus jugadores el día que se presentó oficialmente como nuevo entrenador del Real Madrid en sustitución de Julen Lopetegui. Pero “cojones” fue precisamente lo que volvió a escasear este sábado en el Santiago Bernabéu.

El Valladolid, equipo revelación de la Liga, plantó cara, y de qué manera, al vigente campeón de la Champions. Los cuatro avisos de la primera parte no fueron nada en comparación con los dos disparos al travesaño que los pucelanos utilizaron para hacer temblar la portería de Courtois en la segunda mitad. El Real Madrid ganó (2-0), pero sigue siendo un equipo sin alma.

Pese a un arranque con chispa, siendo capaces de generar tres ocasiones de peligro entre Benzema y Bale durante los primeros 15 minutos, la escuadra blanca volvió a ser el equipo de la siesta. Aburrido, soporífero, amargo.

Las cosas se vieron exactamente de la misma forma a cuando Lopetegui comandaba el equipo. La desesperación que caricaturizó la expresión del técnico donostiarra no se marchó con él, cuando fue ejecutado sin piedad por Florentino Pérez.

Primeros líos para Solari en el vestuario 

El partido se adormiló hasta el minuto 30, momento en que despertó el Valladolid y los blancos se volvieron a sumir en la más profunda oscuridad. Los de Sergio González empezaron a generar ocasiones y provocaron la explosión del Bernabéu. Los silbidos ya no cesarían más.

Solari da indicaciones a los jugadores del Real Madrid contra el Valladolid / EFE

Solari da indicaciones a los jugadores del Real Madrid contra el Valladolid / EFE

Solari da indicaciones a los jugadores del Real Madrid contra el Valladolid / EFE

En la segunda parte, los blancos hicieron un nuevo amago de reacción. A los 10 minutos de la reanudación fueron capaces de generar hasta tres ocasiones prácticamente consecutivas.

Fue en ese momento cuando el novato Solari quiso jugar a hacer de entrenador. Casemiro al banquillo, por Isco, que partió como suplente. El Bernbaéu aplaudió la decisión del técnico argentino, sinónimo de ir a por el partido, pero el brasileño mostró un amargo enfado.

Sonora pitada a Bale

La jugada no salió a pedir de boca, precisamente. Con la ausencia de Casemiro, el Valladolid desnudó las vergüenzas de la casa blanca. Tan solo la fortuna del travesaño, aliado de Courtois, evitó el desastre que hubiese hecho explotar al Bernabéu.

Los jugadores del cuadro pucelano la mandaron al palo hasta en dos ocasiones y Solari decidió mover más el banquillo: nuevas polémicas.

El técnico optó por sacar a Gareth Bale del césped, el jugador del que más esperan en Madrid. Una vez más, el extremo defraudó y el Bernabéu le pegó una sonora pitada. Tampoco Asensio se libró del crítico espíritu del soberano público madridista.

Locura con Vinicius y gol 

Lucas Vázquez y el ilusionista Vinicius, tremendamente ovacionado, fueron los encargados de asumir la batuta ofensiva del equipo durante los últimos 20 minutos de encuentro. Y, para dar la razón a Florentino Pérez y quitársela a Lopetegui, el crack brasileño fue el encargado de obrar el milagro.

Sergio Ramos se reivindica ante los pitos del Bernabéu / EFE

Sergio Ramos se reivindica ante los pitos del Bernabéu / EFE

Sergio Ramos se reivindica ante los pitos del Bernabéu / EFE

Vinicius, atrevido y descarado, encaró al Valladolid y en una acción de uno contra uno logró el gol, en propia meta ('83). El disparo iba totalmente fuera, pero impactó en un defensor y se adentró entre los tres palos. Vinicius lo celebró como si fuese el salvador de la patria y se abrazó a Solari, para reforzarlo en el cargo.

Ramos, pitado pese a marcar de penalti 

Con el poder del resultado a favor, el Madrid se vino arriba y recuperó sensaciones. Benzema provocó un penalti y Sergio Ramos, también pitado, lo lanzó a lo panenka al fondo de las mallas. El capitán también fue silbado, pero el se golpeó el escudo en la celebración, como prueba de amor.

Los blancos vencieron así, en un nuevo partido para el olvido, y toman algo de oxígeno en la Liga a la espera de lo que haga el Barça. Al menos, le recortan dos puntos al Atlético.