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Los jugadores del Barça felicitan a Fermín López por su gol contra el Sevilla en el Sánchez-Pizjuán FCB
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El Barça mostró no pocas virtudes en su asalto de anoche al Pizjuán, una victoria clave que coloca a los azulgranas de nuevo al timón de su destino en Liga tras el cicatero empate en el derbi madrileño. Los cimientos del triunfo culé fueron, como de costumbre, la extrema facilidad de Pedri, no solo para que los rivales no huelan la bola sino también para robársela de debajo mismo de las uñas, y el coraje inagotable de Raphinha, un futbolista que esta temporada cabalga sobre el trueno.
El influjo de ambos y la aparente infinitud de recursos de Lamine Yamal permiten al Barcelona recorrer grandes distancias en muy poco tiempo. Pero no sin esfuerzo. Ser del Barça es el millor qu hi ha, y sin embargo la letra pequeña de ese contrato incluye aceptar que el mismo equipo que enchufa 9 goles al Madrid en dos partidos, final incluida, otros 12 al Valencia y un total de 8 en los estadios de Borussia Dortmund y Benfica en la Champions para sumar sendos triunfos también va a sufrir de lo lindo en casa ante el Alavés un mediodía cualquiera para recortar puntos en una oportunidad de apariencia irrepetible.
Y que, solo siete días después, cuando la ocasión de reengancharse a la Liga ya no es que la pinten calva sino que parece un retrato al óleo de Pierluigi Collina, iba a pasar sin saltarse una cuenta por un auténtico rosario de sucesos que incluyó: recibir el empate a los 15 segundos (tiempo efectivo) de haber marcado el primer gol por tirar el fuera de juego tras el saque de centro del rival, una nueva lesión del ecce homo Araújo, un par de paradones del number one Szcezsny, la expulsión de Fermín en el 63' y un plano cenital de Pedri tendido en el suelo de esos que te encogen el corazón como si estuvieras viendo La Lista de Schindler. Bueno, y 70 minutos de Frenkie de Jong de pivote, que como dramón angustioso tampoco están mal.
Sin embargo, es precisamente la capacidad del Barça de rozar las estrellas al final de un camino tortuoso, ad astra per aspera, lo que catapulta de nuevo su grandeza. Contemplar cómo un equipo tan bueno --pocas pruebas tan contundentes de que se trata del mejor del fútbol español como tener reciente un Madrid-Atlético-- sufre tanto para conseguir sus objetivos es un placer tan exacerbado como pleno. Un deleite cruel que deja al barcelonismo tan pocas tardes de confianza ciega en la victoria como escasas noches de arrepentimiento tras sentarse a ver a su equipo. Y eso tiene que ver con los números, pero no solo con ellos, para desgracia de Xavi y fortuna de Hansi Flick, un entrenador que ha sabido hacer lo que no alcanzó a materializar su predecesor: convertir la reconstrucción en arte.
P.D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana