Vitor Roque, con la camiseta del Barça, en las instalaciones de la Ciutat Esportiva

Vitor Roque, con la camiseta del Barça, en las instalaciones de la Ciutat Esportiva FCB

Juanito Blaugrana, un Culé en La Castellana

¡Sí, sí, sí, Tigrinho ya está aquí!

1 enero, 2024 00:52

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El Barça despide 2023 con la llegada a sus filas de Vitor Hugo Roque Ferreira, quien por supuesto lleva algo más de 72 horas en el club y ya tiene alucinados a sus compañeros y encantado a Xavi. Quienes han tenido la suerte de ver sus primeras sesiones afirman que recuerda a Ronaldo Nazario por su voracidad goleadora y a Drazen Petrovic en su estajanovista predisposición al trabajo. Tras cada entrenamiento se queda lanzando faltas directas, penaltis y córners con ambas piernas, y algunos de los últimos incluso los remata de tijereta segundos después.

Su único defecto quizá sea el excesivo perfeccionismo, lleva una vida tan insólitamente ordenada para un brasileño que en su barrio le apodaban "el notario" y Lewandowski ya lo ha apadrinado para enseñarle el oficio de goleador en la élite europea. De paso, ha hecho buenas migas con Raphinha, que apunta a ser su mejor socio en el campo y fuera de él. Proyectan abrir juntos un bar de açaí y una tienda de estampitas del Cristo de Corcovado y cirios pascuales. Y ojo, porque me cuentan que promete títulos, se ha fijado como cifra llegar a los 50 goles en mayo y la primera rueda de prensa tiene intención de darla en catalán. "Portaré la sisena al barcelonisme! Som-hi!".

Puede parecer todo un pelín exagerado, pero créame, astuto lector: el muchacho tiene la llave para lograr que todo el barcelonismo recupere la sonrisa en el rostro y el fuego en las entrañas. Y ni siquiera necesita cumplir con la mitad de todo lo que se evangelice a las masas sobre sus virtudes hasta el día de su debut como azulgrana, sino hacer una sola cosa: llevar la pelotita al fondo de la portería. Una tarea en apariencia sencilla pero de máxima dificultad para este Barça desordenado y ceniciento, un equipo en construcción que, con lógica, echa mucho de menos aquel andamio, ¿se acuerda?

Pero si tienes a un delantero centro que las enchufa, la cosa cambia. Como el que ejerce en el Barcelona ahora mismo parece una escopeta de feria con los fulminantes caducados, y Marc Guiu no ha disfrutado de muchas oportunidades para avergonzar al polaco mejor pagado del fútbol aún más de lo que ya lo ha hecho, a poco que cumpla Tigrinho ya nos parecerá maná de los dioses, obra de arte y caviar de Beluga. Solo de pensarlo ya me pongo mimosón, y como quedan pocos días para que tengamos que volver a mirar la clasificación y recordar que el Barça va cuarto (¡cuarto!) a siete puntos del líder, me niego desde ya a hocicar en el pesimismo.

Evidentemente, soy tan propenso al desánimo como cualquier culé de bien, y no puede descartarse que el futuro nos depare una delantera formada por el barbazulón Mason Greenwood a un costado, Vinicius desahuciado del Madrid por Mbappé en el otro y Joao Félix jugando de falso '9' porque Vitor Roque ha acabado en el Atlético, en la Liga Saudí o en Proyecto Hombre. Pero no es momento de venirse abajo, sino de despegar con un salto de fe de la mediocridad que nos asfixia. Lo siento, pero si ha leído usted que en 2024 entraremos en el año del dragón, siento decirle que le han engañado: este será el año del Tigre. ¡Sí, sí, sí, Tigrinho ya está aquí!

P. D.: Nos vemos en Twitter: @juanblaugrana