Xavi se ha explayado en unas cuantas entrevistas durante la última semana de competición. Pero, lejos de ejercer de mercachifle de ilusión para su Barça venidero y recién campeonado, según iban pasando los días ha preferido recoger cable en más de un asunto. Como su prácticamente nada velado menosprecio a Rúben Neves, cuya trotona llegada a Montjuic se antoja necesaria para la servidumbre del fair play financiero. O como el descargo de responsabilidad sobre Messi en su deseado retorno a Castelldefells. "En un 99% depende de él", se aventuró a cifrar el técnico azulgrana, una asignación cuantitativa que seguramente le habrá provocado a papá Jorge un severo empeoramiento del bruxismo crónico que padece desde aquel infausto día en los despachos de Arístides Maillol a finales del verano de 2021.
Hernández templó gaitas en la rueda de prensa previa al partido del Celta negándose a hablar de nombres concretos y refugiándose en aquello de los escenarios A, B y C. No se resistió a recordar que, de hecho, si la tramoya del plan presentado a LaLiga es calificada como 'no viable', también existe un tabladucho al final del alfabeto que incluye dejar la plantilla tal y como está, con el retorno de algunos cedidos y la puesta de largo de canteranos como Lamine, Aleix o Chadi como únicos incentivos para el veraneante culé. El asunto es serio, porque llenarse la boca hablando de la clase de Zubimendi, del pedigrí de Kimmich o de que ha pedido un atacante capaz de jugar en nada menos que las tres posiciones de arriba es siempre agradecido. Lo difícil es admitir la realidad: que el futuro mercato del Barça es más parecido a un rasca y gana que a un sudoku.
Como más o menos decía el refrán, con buena palanca bien se ficha. Pero esa fantasía erótico-futbolística se acabó. La necesidad de enjoyar con un puñado de jugadores de calidad a un Barcelona competitivo pero sin alardes casa rematadamente mal con la imposibilidad de hipotecar mucho más patrimonio del club. Pero no por ello se cancelan los sueños ni las portadas, claro. Mal asunto, porque esta semana amenaza con hacer viruta las esperanzas de la culerada, ensanchadas hasta tal punto que en sus entretelas caben un salario que sería de nuevo el más alto de la plantilla, un dispendio de 60 kilazos por un mediocentro sin gol, a un lateral derecho que permita a Koundé el lujo de jugar donde quiera y a un joven talento brasileño para heredar la delantera. Añadido todo, por supuesto, a Iñigo y Gündogan.
Pinta a que el Barça debería ser mucho más rico de lo que es ahora mismo para darse esas alegrías, incluso si entre Alemany, Cruyff, Deco, Echevarría y Mendes consiguen lo que el club blaugrana ha logrado muy pocas veces en este siglo de no mediar clausulazos o cambalaches contables: vender a algún jugador por más 40 millones. Yo más bien creo que los intocables de Xavi no lo serán tanto llegado el 30 de junio, que cualquier canterano está en venta, que de pagarse algún traspaso se hará solamente a cambio de la promesa de añadir 15 o 20 goles al plantel y, por supuesto, que el entorno de Leo tendrá que meterse las prisas por donde le quepan si no quiere conformarse con un banderín y un partido homenaje. Y todo eso contando con una Liga más dispuesta al colegueo que a la tutela económica, lo cual es bastante contar. Por si fuera poco con esta urticaria de tachar los días hasta que el panorama se aclare.
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