Ya necesitábamos una noche de alegría como esta. Aunque, como algunas otras de esta temporada, suma la agravante de que no se ha conseguido ante un rival de empaque sino ante un oponente endeble, el Valladolid, como lo fueron el Dinamo de Kiev o el Ferencvaros. Ello nos obliga a ser prudentes. No volvamos a tropezar con la misma piedra.
La montaña rusa que propone Koeman ha vuelto a cambiar el bajón por el subidón y esta vez todo el mérito es suyo. Antes del partido nos temblaron las canillas viendo la propuesta del técnico: un 3-4-2-1 con tres centrales que, a la postre, devolvió al Barça la solvencia defensiva y esa palabra que tanto le importaba al Txingurri Valverde. El equilibrio.
Koeman no es el primero en experimentar con un sistema de tres defensas puros con este grupo. Lo probó Quique Setién al poco de aterrizar en el Camp Nou y el experimento le salió como el rosario de la Aurora. Los jugadores prácticamente le impusieron el regreso al 4-3-3. El técnico holandés ha tenido más libertad para experimentar con su habitual 4-2-3-1, pero en los últimos partidos está cambiando la fórmula porque el dibujo deja muy vendido al Barça. La nueva propuesta, en cambio, tiene cosas muy positivas. Al menos, de momento.
La gran virtud de este 3-4-2-1 se divide en tres soluciones clave: 1) La defensa está más resguardada. 2) El centro el campo está mucho más poblado, lo que favorece la posesión y, por tanto, el control del juego. 3) Los laterales pueden dedicarse más a atacar y quedan algo liberados de la exigencia que supone recorrer constantemente todo el campo arriba y abajo.
Con el equipo más compacto y potenciando la profundidad de Jordi Alba y Sergiño Dest ha fluido mejor que nunca la que está llamada a ser la gran conexión del año: el nacimiento del Messipedrismo ya es una realidad.
Pedri González, ese joven canario que aglutina humildad y desparpajo a raudales, está llamado a ser el gran socio de Leo Messi. Esta noche, liberados de Coutinhos y Griezmanns correteando por en medio, y con una sola referencia pura de ataque como es Braithwaite, ambos combinaron y se asociaron a la perfección. Hasta el punto de que Pedri firmó la asistencia con la que Messi hizo historia superando a Pelé como máximo goleador con un mismo club: 644 goles.
Pedri asistió magistralmente a Messi con un recurso artístico. Leo le devolvió el regalo con creces, con un golazo que mete al canario en la historia del fútbol (y a Masip), por ser el asistente que habilitó al argentino para superar a O Rey. Pero Pedri aún consiguió una cosa mucho más importante en Pucela: devolvió la sonrisa a Messi. Y que dure.