Atrás queda esa semana negra que tanta polémica generó al impasible Ousmane Dembelé. Un futbolista frío, pasivo y rebelde que volvió a dejar destellos de una formidable calidad este domingo en el Camp Nou. Un talento evidente, pero todavía descontrolado.
Frente al Villarreal (2-0), el extremo galo volvió completamente loco a Pedraza, que se mareó buscándolo. La defensa groguenca en general iba perdida, asfixiada para tratar de contener tras las cabalgadas imparables del francés, que supo jugar al espacio para desequilibrar el partido.
Dembelé leyó bien lo que exigía el duelo y supo cumplir con lo que Ernesto Valverde le pide. Sin embargo, todavía está lejos del nivel que mostró Neymar en el Camp Nou. Le falta terminar mejor las jugadas, ser más preciso en el último pase y perder menos balones.
Otro defecto que Dembelé deja entrever, y este es preocupante, es su ligera falta de actitud en determinados momentos de partido en que su solidaridad sería necesaria para resolver acciones puntuales en defensa. Generoso en el esfuerzo ofensivo, Ousmane es perezoso cuando hay que replegar.
Pese a todo, el futbolista ambidiestro fue un tormento para el Villarreal y volvió a ser importante para recuperar el liderato de la Liga. Javi Calleja, técnico del conjunto amarillo, no tuvo reparos en reconocer que fue el jugador que más problemas dio a su equipo.
El entrenador del FC Barcelona, Ernesto Valverde, y el delantero francés Ousmane Dembele (i), durante un entrenamiento en la ciudad deportiva Joan Gamper / EFE - Alberto Estévez
Dembelé parece haber superado la crisis que le generaron sus contantes retrasos y la ausencia en un entrenamiento que le condenó a la grada contra el Betis, aunque en el vestuario los pesos pesados siguen muy pendientes de él. Tras el partido contra el PSV, Busquets evidenció que todavía no se fían. Hay que estarle encima para que mantenga la concentración y sea responsable.
Si lograr equilibrar esa personalidad libre con el talento innato que atesora, es un futbolista capaz de sentar hasta a Philippe Coutinho. Una explosión de velocidad, regate y disparo contra la que el crack brasileño puede sufrir más de la cuenta.
Hasta el momento ha quedado claro que Valverde prefiere al carioca porque le da más seguridad y ofrece un fútbol más exquisito. Pero su juego, en ocasiones endeble y discontínuo, hacen pensar que su titularidad no está asegurada si Dembelé muestra su mejor cara.
Por ahora, ambos tienen el puesto asegurado junto a Messi porque Luis Suárez está lesionado. Pero cuando regrese, alguien tendrá que volver al banquillo. Valverde podría rotar entre los tres delanteros –Messi es intocable– pero su espíritu conservador hace pensar que, a priori, prevalecerá Coutinho. Su amistad con el argentino y el uruguayo le juega a favor.
Una foto de archivo de Philippe Coutinho durante un entrenamiento / FCB
El ex del Liverpool haría bien de no confiarse demasiado. Dembelé, dentro de su gran irregularidad, está siendo mucho más decisivo –con goles clave al Sevilla en Supercopa y Valladolid, Real Sociedad, Rayo y Atlético en Liga– que Coutinho este curso. Y aunque su juego a veces dista mucho de congeniar con el estilo azulgrana, ofrece un abanico de cualidades muy apetecibles para el equipo. Esa facilidad para revolucionar un partido vale su peso en oro.
Hace unos días parecía que el debate consistía en decidir quién tenía que ser el recambio de Coutinho, si Malcom o Dembelé. Y, tras encadenar tres buenos partidos consecutivos –el gol frente al Atlético fue de vital importancia– vuelve a echarle un pulso al carioca. Además, el Camp Nou se rindió a sus pies con múltilples ovaciones este domingo.
Benditas alternativas para un Barça, el de Valverde, que todavía lucha por encontrase. Esperemos que lo consiga con las mejores versiones de Coutinho y Dembelé.