Philippe Coutinho desespera. Es un futbolista con más talento que rendimiento, elegante en las formas pero poco combativo. Apreciado por su desparpajo y facilidad para encarar a los defensas rivales, exaspera por su fútbol intermitente y fragilidad mental. Un año después de su sonado fichaje por el Barça, previo pago de casi 160 millones de euros (120 fijos y 40 en variables), el rendimiento del astro brasileño no es satisfactorio. Mal asunto.

Coutinho no es un futbolista de sonrisa fácil. No transmite ilusión ni entusiasmo. Más efusivo y solvente en la noche barcelonesa que en el campo, el brasileño se diluye día tras día. El primer error del Barça fue anunciar su fichaje como relevo de Iniesta, porque Philippe ni es centrocampista ni es extremo, sino un híbrido, como alertó Jürgen Klopp en el Liverpool. El técnico alemán, devoto de un fútbol voraz, sin pausas, no tuvo reparo alguno en poner en venta a Coutinho, de quien decía que tenía buenas piernas y malos pulmones.

El Barça, herido por la marcha de Neymar, no se conformó con el fichaje de Dembelé, que costó otro pastizal (105 millones fijos más 40 en variables). La contratación de Coutinho fue una operación muy mediática, estratégica para la actual junta directiva y la dirección técnica, convencidas ambas de que encajaría perfectamente en el ecosistema azulgrana por su clase.

Coutinho contó, además, con la bendición de Messi y Suárez, que no es poco en el Barça. En su primer curso (media temporada) exhibió toda su magia, aunque no de manera continuada, pero las buenas prestaciones han sido cada vez más esporádicas. Su última gran función fue contra el Sevilla, en la Copa del Rey.

La lesión de Messi (otoño) obligaba a Coutinho a tirar del carro. No lo hizo y el Barça se entregó al espíritu aguerrido de Luis Suárez para tumbar al Inter y al Real Madrid en una semana de alto riesgo. Desde entonces, el brasileño está bajo sospecha. Su problema es más mental que futbolístico. No disfruta en el campo y se apaga al primer contratiempo. En el último clásico contra el Madrid, hasta Malcom fue más trascendental que él. Y Valverde, pragmático y buen gestor, retiró antes al 7 del campo.

Hoy, el fichaje más caro de la historia del Barça es una caricatura del futbolista preciosista que sedujo a la dirección técnica barcelonista. Es, sencillamente, una estafa de jugador. Ya no es fiable ni desequilibrante. En Anfield, Klopp todavía alucina con el responsable técnico barcelonista que un día recomendó su fichaje para paliar la marcha de Iniesta. Comparar a don Andrés con Philippe es una aberración, profesional y personal. A su lado, Iniesta era la alegría de la huerta. El próximo brasileño que fiche por el Barça debería ser como Romario o Ronaldo. Golfo pero bueno, y resultón en el campo. Disfrutaremos más.