Puesto el título de la Liga en bandeja después del extraordinario triunfo sobre el Atlético de Madrid, y clasificado para la final de Copa del Rey del próximo 25 de mayo, el Barça se exige plena concentración en los cuartos de final de la Champions League. La primera escala hacia ese trofeo, añorado por el barcelonismo, pero en especial por Leo Messi y toda la plantilla azulgrana, es el próximo miércoles en Manchester. Y no contra el City de Pep Guardiola, sino frente al United de Ole Gunnar Solskjaer.

El entrenador noruego puede que haya nacido con una flor allá donde termina la espalda. No sería el primero. Son muy pocos los elegidos pero los hay. Solskjaer cogió al ManU en plena crisis de todo, después que pasara por ahí un ciclón llamado Mourinho. Y donde solo había un vestuario desunido, Solskjaer lo unió; y donde solo se sumaban derrotas, el noruego encontró la fórmula de la victoria.

Seguramente, mientras espiaba al Barça en el partido contra el Atlético desde el palco de autoridades del Camp Nou, Solskjaer recordó el dulce momento que vivió el 26 de mayo de 1999 en ese mismo estadio, y que traigo a colación para que el barcelonismo no se fíe ni un pelo de un equipo que en su historia tiene jornadas trágicas y días de rosas, y, además, juega en un estadio llamado el Teatro de los sueños.

Veinte años atrás, Solskjaer estaba en el banquillo del ManU, que disputaba la final al Bayern de Múnich en el Camp Nou. Los dos equipos habían eliminado al Barça en la fase de grupos, en la que los azulgranas solo pudieron ganar sus dos partidos contra el Brondby. Los dos del Manchester arrojaron sendos empates a 3 goles, y perdió los dos contra el Bayern. En la final los alemanes se adelantaron a los 5 minutos por medio de Mario Basler. A falta de 9 minutos para el final del partido, Alex Ferguson, entonces entrenador, ordenó la entrada del joven Solskjaer por Andy Cole. A los 90+1 empató Teddy Sheringham cuando los alemanes ya festejaban el triunfo. Y a los 90+3 Solskjaer puso el 2-1 que acababa con una racha de 31 años sin que el Manchester United ganara la Liga de Campeones.

No me fío de Solskjaer, pero tampoco de este ManU que en la presente edición de la Champions perdió contra el PSG en la ida, y en la vuelta lo eliminó de los octavos de final, en París, gracias a un penalti en el 90+4. Así que Barça, ojo al dato, que decía aquel. Habrá que dejarlo todo hasta el último suspiro contra estos ingleses para estar otra vez en unas semifinales de la Champions.