En un momento en el que el barcelonismo respira aires de felicidad, ya sea por los fichajes que están ofreciendo un alto rendimiento, por el juego del equipo que está claramente bajo la influencia de la filosofía con la que creció Xavi o porque los resultados, exceptuando el de Múnich, son convincentes e ilusionantes, hay tres jugadores cuyos rostros demuestran que experimentan otro tipo de sentimiento.
Para Gerard Piqué la situación es preocupante, porque es consciente que no es ni el segundo ni el tercer central del equipo después de haber sido durante muchas temporadas titular indiscutible. Los bostezos que enseñaron las cámaras del “Día Después” retrataron a un Jordi Alba en total fuera de juego en unas imágenes que exhibían su desapego e indiferencia por lo que hacían sus compañeros en el campo. Alba, no obstante, ha encontrado en la llamada de la selección española algo de consuelo. Piqué y Alba son veteranos y pueden acostumbrarse a su nueva situación, más próxima al retiro que a la extensión de sus carreras.
Más preocupante es la situación de Ansu Fati. Un chico joven, con mucho talento y mayor proyección, a quien las lesiones comenzaron a perseguir con alevosía inmediatamente después de empezar a triunfar. Ansu está jugando unos minutos con Xavi, pero no los que quisiera él. Y tampoco ha sido llamado por Luis Enrique, en una clara contradicción del seleccionador que, en cambio, sí se ha llevado a Alba. Al mismo tiempo es consciente de que en el equipo ahora hay jugadores que lo harán trabajar más en los entrenamientos si quiere volver a ser titular. Y sabe que, de no jugar asiduamente, no participará en el Mundial de Qatar.
No queremos pensar que ese número 10, esa camiseta de Messi, que Ansu agarró con tantas ganas cuando se la ofrecieron, tenga escondido alguna maldición. Ese número quizás se habría tenido que guardar durante alguna temporada por si acaso resulta cierto lo que a veces nos venden desde la directiva sobre una posible vuelta del futbolista que más camisetas vendió, el que más goles marcó (672 en 778 partidos) y el que más contribuyó a ganar la friolera de 35 títulos en 17 temporadas. Pero a Ansu se la ofrecieron y no la rechazó. Bien hecho.
Pero ese número tiene mucho peso en el Barça. Sin irse muy lejos en el tiempo, la historia dice que el último que no brilló del todo con el 10 en su espalda fue Diego Armando Maradona, que sufrió una grave lesión y apenas duró en el equipo un par de temporadas. Después del también astro argentino la vistieron solo jugadores brasileños: Romário, Rivaldo y Ronaldinho. Todos entusiasmaron y triunfaron. Ningún culemaníaco habrá imaginado que Ansu haría olvidar a Messi. No. Pero le toca al jefe del vestuario recuperar lo antes posible a Ansu para que no se le pegue la cara de amargura y desencanto que muestran en el banquillo Piqué y Alba.