Laporta, Negreira y Florentino en un montaje Culemanía
El asunto más grave y desagradable al que se ha enfrentado el barcelonismo en sus 126 años
de historia es, sin duda, el caso Negreira. La patochada de cuatro presidentes alimentando
durante 17 años una presunta trama arbitral ha llegado a un punto que, salvo mejor parecer
de la juez que instruye las diligencias, es lo más parecido a un callejón sin salida, siempre y
cuando los que fueron recipiendarios de los 8 millones largos que pagó el Barça al ex árbitro y más tarde vicepresidente del Comité Técnico, José María Enríquez Negreira, se avinieran a reconocerlo, cosa harto improbable.
La situación ahora mismo es la siguiente, por lo que a la investigación judicial se refiere. La
Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que actúa como policía judicial, no ha
conseguido obtener prueba alguna que el Barça se beneficiara claramente de dichos pagos en el ámbito deportivo. Según hemos podido saber, unos 50 árbitros de Primera División entre los
años 2001 y 2018, fueron interrogados e investigados por la UCO. Declaraciones al margen, en
sus patrimonios no se han descubierto ingresos injustificados que se reflejarían en su poder
adquisitivo, como casas, coches y otros bienes que no concordasen con el volumen de sus
ingresos habituales, como árbitros y profesionales de cualquier ámbito, ya que al principio de
esta historia no tenían una dedicación absoluta como colegiados.
El apartado más importante, que sería el de la corrupción arbitral, puede darse como cerrado
porque no existe prueba alguna, sino solo hipótesis y conjeturas, para los que la imaginación
es libre. Entonces, el dinero que el Barça pagó a Enríquez Negreira, que no se justifica con los famosos informes, dado su precio fuera de mercado, ¿dónde fue a parar? Este punto no lo ha aclarado nadie y la imaginación también es libre en este caso.
Contreras, personaje clave
Se sabe que, por ejemplo, que una empleada o colaboradora de Negreira retiraba efectivo en
los cajeros de los Bancos. Se sabe también que había un intermediario, Josep Contreras, que
falleció hace dos años y que estaba vinculado tanto en el fútbol base del Barça como a la
Federación Catalana. Contreras era constructor y se movía por el Baix Llobregat, es decir,
poblaciones como Gavá (de cuyo club de fútbol fue presidente) y Castelldefels. Quienes le
conocieron a fondo dicen que serio y enigmático a veces, pero también que tenía fortuna
personal y no necesitaba ni un euro extra para nada.
¿Era Contreras el repartidor del dinero que percibía Negreira? Nunca se sabrá, ya que si él falleció hace dos años, éste padece Alzheimer, lo que le impide recordar nada, salvo improbable recuperación o simulación. La pregunta surge rápida: ¿estamos en un callejón sin salida lógica, válida y probada del caso? Pues eso parece, si es que en el juzgado no hay otras pruebas o indicios investigados que alteren tal creencia. Por un lado, se ha demostrado que los árbitros no se lucraron, ni hay sospecha de ello. Tampoco Negreira, porque en las investigaciones sobre sus cuentas y patrimonio no se ha hallado nada más allá de lo normal. Su hijo ya se desmarcó de lo que hizo su padre y afirmó y demostró que solamente percibió unos 60.000 euros por su trabajo. Nada ha ido más allá de lo previsto.
La mejor época del Barça
Otro aspecto que cabe señalar es que, en el deportivo, los años investigados coincidieron con
una de las mejores épocas del primer equipo y no necesitó de ayuda alguna para ganar títulos
y trofeos. Hay que significar que esos títulos españoles tuvieron fiel concordancia con los
internacionales. Es decir, no es que el Barcelona ganara muchas Ligas y Copas, pero hiciera el ridículo en el exterior, sino que ganó cuatro Champions, además de Supercopas de Europa y Mundiales. Hay consonancia deportiva y no disonancia en este aspecto. Y sus éxitos en las Ligas con Pep Guardiola, Luis Enrique y Valverde no las discutió nadie, tanto por juego espectáculo como por eficacia goleadora. No hubo un favoritismo descarado ni solapado por parte de los colegiados. Es más, la Liga de 2014 la perdió el Barça del Tata Martino por un
grueso error del árbitro Mateu Lahoz, reconocido por él mismo, que en el encuentro decisivo
para el título de Liga 2013/14 anuló un gol a Messi por un fuera de juego inexistente. Y el
campeón fue el Atlético de Madrid.
En resumen, quedará siempre en el aire los que se lucraron de ese dinero. La investigación,
según algunos, debería alcanzar a los integrantes del staff del club en aquellos años, lo que
supondría hilar muy fino, aunque el hecho de que Laporta triplicara la “minuta” de Negreira sin motivo alguno, fuese otro error que da qué pensar. Como que, también, asegure ante la jueza que no conoce a Negreira cuando han salido vídeos en las redes sociales con imágenes
saludándose y estrechándose la mano. Entre otras mentirijillas.
Con los pies de barro
Debido a la falta de pruebas concluyentes de una falta de corrupción deportiva, hay expertos
que aseguran que todo acabará con quizá un delito (o falta) de administración desleal y que los
que pagaron a Negreira tuvieran que restituir al club un dinero que se ha volatilizado. Lo peor de todo es, sin embargo, que lo ocurrido sirve para poner en tela de juicio no solo los éxitos del Barça, sino también el trabajo de todo el estamento arbitral actual, algo que al Real Madrid,
sin ir más lejos, le viene de maravilla para ocultar los fracasos del equipo, tras gastar el pasado
verano 200 millones en fichajes.
Y una recomendación a Laporta: no es momento de sacar pecho hablando de confabulaciones. La metedura de pata ha sido antológica y las consecuencias se arrastrarán durante mucho tiempo. Con bravatas y mentiras no se va a ningún lado, sobre todo cuando tienes los pies de barro y tarde o temprano tengas que lidiar unos morlacos llamados FIFA y UEFA que, además del Real Madrid, están hostigados por otros clubs que han sufrido castigos importantes por hechos de índole diversa que atentaron contra el buen orden deportivo.