Frenkie de Jong, Fermín López y Pau Cubarsí, cabizbajos en Stamford Bridge FCB
Stamford Bridge es un escenario querido por los culés porque allí comenzó una historia bella para todo el barcelonismo. La noche del martes 25 de noviembre, sin embargo, en ese mismo estadio acabó escribiéndose una historia de desamor e infelicidad para el equipo que dirige el alemán Hansi Flick. Fue una noche horrible como hacía tiempo no había experimentado el Barça. Una noche en la que se habían centrado muchas expectativas y, al cierre de la misma, el culé abrazaba el pesimismo y la rabia porque su equipo había sido un completo desconocido.
Podía centrarse la dolorosa y apabullante derrota en un hombre. Ronald Araujo, por ejemplo. La sangre charrúa no siempre es bueno que esté hirviendo y, en Londres, la entrega del central y capitán del Barcelona apareció a tres minutos del final del primer tiempo en forma de turbulencias que no conducían a nada bueno. Sabiendo que tenía una amarilla, arrolló al mejor de los ingleses, casualmente el catalán y exbarcelonista Cucurella. La roja dejó al equipo en cuadro. Y no era la primera vez que Araujo utilizaba su coraje y convicción con brutalidad y sin el menor sentido de la responsabilidad.
Pero antes de que el uruguayo dejara al equipo con 10, Ferran había fallado un gol clarísimo y poco después intervino en la jugada en la que otra vez Koundé se armó un lío en su propia línea defensiva para poner al Chelsea por delante en el marcador. Aquella jugada dibujó un Barça ridículo. Tan lejos del que, en la previa, el técnico del equipo inglés, el italiano Enzo Maresca, había puesto por los cielos, alabando el trabajo de Pep Guardiola y su aportación a la evolución del fútbol. Tanto dulce resultó venenoso. El Barça de Flick fue todo lo contrario al equipo lúcido de otros momentos.
Un aspirante al título europeo no puede recibir tres goles, ni dejar que el rival remate más que él (13-5) o que solo dispare a puerta en dos ocasiones, ni quedarse con 10 al filo de la primera parte, y eso sin tener en cuenta que al Chelsea le fueron anulados otros tres goles. No dio sensación este Barcelona en ningún momento de tener estudiado al adversario. Los ingleses fueron superiores siempre y, sin duda, mucho más en cuanto Araujo decidió autoexpulsarse. Toda una noche infeliz para un Barça que buscaba la consolidación en Europa. Una noche para pensar que Xavi Hernández tenía razón cuando pregonaba que este equipo carecía de jugadores de mayor peso.