Lamine Yamal, en el Bernabéu EFE
Desde Culemanía fuimos los primeros en avanzar, pese a todo lo que decían, que Lamine Yamal padecía una lesión más grave de lo que nos pensábamos. No hace falta ser Sherlock Holmes para poder hablar con un médico traumatólogo especializado que nos confirme lo siguiente: una pubalgia que se alarga más de cuatro semanas solo puede terminar en operación.
Lamine ya lleva más de un mes y medio así, pero lo más grave es que los pronósticos de su entorno, que lo conoce, pero no parece tener sobre él, ya se lo imaginaban antes de su evolución. El joven no escucha absolutamente nada. Y me da igual que Carvajal sea un provocador, Vinicius la antítesis del fútbol y Xabi Alonso reme a favor de un Real Madrid completamente sucio.
En la vida se debe ser autocrítico y lo de Lamine está llevando una deriva muy mala. No escucha absolutamente nada, hace caso omiso a Hansi Flick que ya hace un año, cuando fichó por la Kings League de Gerard Piqué, le aconsejó que omitiera protagonizar según qué espectáculos freakies. No hizo caso entonces y menos ahora.
Lamine sabía antes del Clásico que no estaba fino y, pese a ello, sintiéndose en el mood forever young que a veces tanto daño hace, se puso de lleno en el centro de la diana. Lo peor de todo fue la media parte. Nuevamente, Lamine, como ya hizo la temporada pasada que cayó lesionado, se opuso a descansar a la media parte. Por eso, Flick ordenó no sacarlo. Aunque la recomendación para él y la evolución del partido era mejor que no siguiera. Lamine decide cuándo y cómo juega.
El camino del desastre lo conoce muy bien si se fija en su amigo Ansu Fati, pero el dinero, las chicas y la fama pueden con ello. Una lástima estar ante el inicio de un juguete que se parece más a Neymar que a Leo Messi.