Quedan tres semanas para que el Barça debute en liga en casa y no se sabe en qué estadio jugará, ni cuántos socios, ni quiénes serán los elegidos que tendrán el privilegio de ver a su equipo. Es un escándalo de grandes dimensiones que no se daría ni en un club de Regional.
Las obras del Camp Nou todavía no están listas, se cumplen nueve meses de retraso respecto al plazo de entrega anunciado por la directiva, a la que quieren disculpar sus voceros de siempre, cuando tiene toda la culpa de las mentiras, incumplimientos, responsables incompetentes elegidos e irregularidades.
Primero, por elegir de manera sospechosamente arbitraria a una constructora turca, Limak, que no figura ni entre las 30 mejores del mundo, motivo por el que dimitió el decente directivo responsable de esa área, Jordi Llauradó.
Justificaron la elección de los turcos porque iban a hacerlo más barato y en menos tiempo que las cuatro constructoras españolas TOP 10 mundial, presentadas también al concurso y que coincidían en el coste y el tiempo, FCC, Ferrovial, Sacyr y Acciona.
Como era de esperar y todo el sector de la construcción había vaticinado, los turcos no están cumpliendo ni con el plazo ni con el precio. Y la penalización de un millón de euros por cada día de retraso parece otra mentira de Laporta, un profesional de dar gato por liebre.
Segundo error, modificar el proyecto original que dejó Bartomeu y que fue aprobado en referéndum por todos los socios, con un coste de 890 millones, realizado por Nikken Sekkei, uno de los despachos de arquitectura más prestigiosos del mundo, y que incluía la construcción de un nuevo Palau Blaugrana, y ya contaba con la licencia ororgada que pemitía compaginar los partidos con las obras.
Laporta llegó, cambió el proyecto, dobló el coste hasta los 1500 millones que, con los intereses de la gigantesca hipoteca que ha firmado, se elevarán hasta los 3000 millones, a devolver hasta el 2050, además del dinero perdido por ir al exilio de Montjuic. Y dejando el viejo Palau sin remodelar cuando prometieron que estaba incluido, una nueva falacia pronunciada ante la asamblea.
Otro disparate de Laporta es haber puesto al frente del proyecto a su amigo y cómplice de la desaparición del C.F. Reus, Joan Sentelles, con nula experiencia y cero conocimiento en construcción. Y elegir en la Dirección de obra a Torrella Ingeniería, una empresa familiar que no facturaba más de 2 millones de euros y cuya experiencia se centraba en hacer naves industriales. Tan poco preparada estaba que cuando fue elegida tuvo que fichar de fuera al arquitecto que está supervisando las obras. Imagínense. Y la directiva también es responsable de la barbaridad de abandonar el alquiler de Montjuic sin tener el Camp Nou acabado.
Han llevado a un club tan grande como el Barça a tener que mendigar un Estadio en el que poder jugar en su debut en la liga en casa, dejando tirados a la mayoría de abonados como colillas, e implorar a la UEFA para que acepte modificar el calendario para empezar la competición a domicilio. Claro que, después de ver a Laporta “deseando” que la lesión de un mito como Ter Stegen, sea lo más grave posible para poder inscribir a su sustituto ya nada puede sorprender.
Menos mal que no se fichó a Nico Williams, que si no se hubiera necesitado una plaga de lesiones para inscribirle. Y pese a este desbarajuste, el presidente, tan dado a incumplir las normativas (la consecuencia es la multa de la UEFA de 60 millones) y pisotear a las leyendas que hagan falta, como Koeman, Xavi o Messi, sigue indignado con los auditores, Crowe, porque le parece fatal que quieran cumplir con la normativa contable y se nieguen a contabilizar la venta de los famosos 450 palcos VIP hasta que realmente existan y se reabra el Camp Nou. “Pequeños detalles” que impedirán que el Barça tampoco alcance este verano la regla 1.1 y, por tanto, cierre el verano sin operar con normalidad en el mercado de fichajes por quinto año consecutivo.
Y eso que Laporta fanfarroneó ante el Senado culé, con su característica carraspera y boca seca de cuando sabe que no está diciendo la verdad, y aseguró que se ficharía sin restricciones mientras alardeaba de que “hemos salvado el club”. Lo que realmente está haciendo es dejar una nefasta herencia que condenará el club a la SA. Hansi Flick está alucinando y se le empiezan a notar hinchadas las narices. El año pasado sufrió la incertidumbre de las inscripciones de Olmo y Pau Víctor y el presidente le dejó sin animación en el estadio al cargarse la Grada d'Animació. Esta semana, a 24 horas del debut en Mallorca, no sabía si podía contar con Joan García y Rashford. Se fue de vacaciones con el “fichaje” de Nico Williams hecho o la alternativa de Luis Diaz, y al volver no solo no estaban ni uno ni otro sino que al regreso de una gira asiática pésimamente organizada, se enteró de la pérdida de su líder de la defensa, Iñigo Martínez, sin dejar un euro en caja.
Ahora también sigue sin poder alinear a Gerard Martín porque tampoco está inscrito y le quieren dejar sin Marc Casadó.
Para colmo no sabe en qué estadio jugará como local, y que para disputar el partido contra el Villarreal tendrá que hacer 20 horas de avión para jugarlo en Miami. El técnico alemán, que merece un monumento, empieza a darse cuenta de que el verdadero enemigo está en casa.