El fichaje de Hansi Flick ha sido el gran acierto de Joan Laporta. Hombre tranquilo, conciliador y exigente a partes iguales, fue la solución perfecta a la crisis deportiva que destrozaba al Barça en 2024.

El método Flick cambió el estado de ánimo de la plantilla. El técnico alemán revolucionó la preparación física del equipo e impuso la cultura del trabajo. Con guante de seda, apretó las tuercas a los futbolistas, quienes pronto supieron que podían equivocarse, pero no relajarse ni llegar tarde a las convocatorias.

Flick mantuvo la esencia futbolística del Barça, pero aceleró el juego. Con más ritmo y un fútbol más vertical, el equipo sorprendió a los rivales. También apostó por una defensa adelantada y una presión tras pérdida que mejoró las prestaciones del Barcelona.

Siempre positivo, Flick apenas se quejó públicamente de los problemas extradeportivos del Barça. Sufrió por las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor. También, por las lesiones de Marc Bernal, Ter Stegen, etcétera. Contra viento y marea, el equipo ganó la Liga, la Copa del Rey y la Supercopa de España, y estuvo a un gol de la final de la Champions.

Flick aisló a los futbolistas del jaleo mediático y triunfó, y ahora quiere mejorar su obra. Sin embargo, alucina con los problemas para volver al Camp Nou y quedó atónico con la gestión de la gira asiática. En Japón, durante el entrenamiento previo del Barça al partido contra el Vissel Kobe, su cara de preocupación ante Laporta delataba su malestar ante tanto contratiempo.

En un club que vive al día, de conflicto en conflicto, Flick parece ser la única persona sensata. La tranquilidad del Barça depende de su gestión y el técnico alemán intuye que el curso actual será mucho más complicado que el primero.