El caso Negreira está siendo la punta de lanza de cualquier conflicto deportivo entre clubes con el Barcelona para cargar de forma sistemática. Hace tiempo, venimos avisando de que, un día de estos, nos haremos daño. Campañas infames contra Catalunya y los culés, mentiras reiteradas, estamentos que no salen a reclamar fair-play y un madridismo sociológico que incluso ha llegado al País Vasco. Es tremendo.
En las últimas horas, un directivo azulgrana y mano derecha de Joan Laporta desde hace muchos años, en las verdes y en las maduras, ha salido a hablar. Me refiero a Rafa Yuste que ha tildado de presión sentimental lo que está haciendo el Athlétic Club con Nico Williams.
No vayamos a confundir las cosas: Nico Williams es él quien quiere marchar y el Barcelona quien lo quiere fichar, por este orden. Primero y segundo. Ya en la temporada pasada, cabe recordar que, pese a los bailecitos que se llevaban, Lamine Yamal lamentó públicamente por Nico que se hubiera quedado en el Athletic pero le recordó, también públicamente, que él era el mejor y que ya se las apañarían sin él. Y así ha sido. En resumen y para dar sentido al titular: Nico Williams sigue la misma predisposición que Dani Olmo para crecer profesionalmente. El de Terrassa tenía la espina clavada de no triunfar en el equipo de su vida, el que lo vio crecer. Nico, en cambio, persigue la ambición profesional totalmente lícita.
Ni el Espanyol ha ofrecido un espectáculo tan lamentable y dantesco como el que están dando los vascos. Aunque la rivalidad catalana entre pericos y culés esté mucho más arraigada.
Las cosas, a diferencia de la temporada pasada, están cerradas. El Barcelona, como ya dije en mi anterior columna, parece que improvisa, pero es todo lo contrario. Tiene todos los detalles controlados, sabe cuándo darle al play de cada acción y cuenta con socios y colaboradores importantes que tampoco están tan lejos como parece: desde bancos hasta grandes empresarios nacidos aquí.
Y un último matiz: quien compare el caso Williams con el de Figo vive en otra galaxia. Ni, tomando menos distancia en el tiempo, es nada parecido al no fichaje y posterior sí fichaje que se produjo con Antoine Griezmann. Nico no quiere estar ni un minuto más en el conjunto blanco. Y, como en las parejas, dos no están si uno no quiere. Agur.